Daniel los guio hasta la puerta de la oficina de Santiago y tocó.—Adelante.Desde adentro se escuchó la voz profunda del hombre. Daniel abrió la puerta, entró unos cuantos pasos.—Señor Rodríguez, vinieron la señorita Núñez y el señor Rafael.Al oír esto, Santiago, que estaba parado frente al ventanal, se dio vuelta, entrecerró sus ojos, miró ligeramente a Rafael y después clavó con severidad la vista en Valeria.—Esto es un asunto privado entre nosotros, que espere afuera la gente ajena.Valeria hizo mala cara.—Rafael no es gente ajena.—¿No es gente ajena? —Santiago sonrió con frialdad—. ¿Cómo? ¿Ya tiene un lugar oficial contigo?Valeria no quiso discutir con él, se volteó hacia Rafael.—Espérame afuera.Rafael le echó una mirada furiosa a Santiago, después miró a Valeria.—Tranquila, estaré justo al lado de la puerta. Si se atreve a maltratarte, ¡grita y entro corriendo!Valeria se conmovió y le sonrió.Santiago al ver que ella tenía esa faceta tan tierna con Rafael, entrecerró lo
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