All Chapters of Señor Rodríguez, la señora declara que ya no dará marcha atrás: Chapter 611 - Chapter 620

Leonel no regresó sino hasta la noche.Cuando llegó, Naia ya se había retirado a su habitación.Valeria estaba sentada en la sala del primer piso.Leonel entró y al verla sola en el sofá, se acercó, la observó y le preguntó: —¿Esperándome?Valeria alzó la vista hacia él. —Leonel, tenemos que hablar.Él sonrió.—Hablar de la boda está bien, pero de lo demás no hay necesidad.—De acuerdo —respondió Valeria con expresión fría—. Puedo casarme contigo, pero con una condición: los trámites del matrimonio deben hacerse en nuestro país. Además, quiero firmar un acuerdo prenupcial. Nuestros bienes deben quedar separados ante el notario.Leonel la observó fijamente.Le sorprendió un poco que su actitud se hubiera suavizado tan repentinamente. Pero, pronto lo entendió.—¿Qué te dijo Naia?—¿Qué podría decirme? —Valeria soltó una risa fría—. Ahora ella solo vive por el amor; por un lado, tiene hijos para ti y, por el otro, me convence de casarme contigo. Leonel, debo admitir que lograste lavarle

San Aurelio.Al segundo día de la desaparición de Valeria, Rafael planeaba ir a denunciar a la policía, pero apenas llegó a la entrada de la estación, Susana apareció.Ella se abalanzó sobre él en el momento en que bajaba del auto y lo empujó de vuelta al interior del vehículo. La puerta del auto se cerró con un fuerte golpe.Rafael reaccionó y enfurecido apartó a Susana de un empujón.—¡Susana, estás loca! ¡Quítate de encima de mí!La postura de Susana en ese momento era bastante incómoda: un pie sobre la consola central, el otro en el piso del auto y en medio estaban las dos piernas de Rafael.Por más espacioso que fuera el Land Rover, un asiento del conductor no podía albergar a dos adultos.Esa postura tan íntima hizo que Rafael perdiera la compostura. Su cara masculina y de rasgos firmes se sonrojó de repente. Susana en principio no lo había hecho con intención, pero al ver la reacción de él, sintió curiosidad.Sus dos manos se deslizaron desde los hombros hacia arriba hasta rodea

Valeria retrocedió, quería escapar, pero Leonel no le dio oportunidad.Dos hombres entraron de golpe, la sujetaron de los brazos y la controlaron para que no se moviera. Leonel le metió esa sopa a la fuerza en la boca.Valeria escupió más de la mitad y él tiró el tazón al suelo haciéndolo pedazos.Sacó un pañuelo y se limpió las manos. —No importa que se desperdicie, mañana hay más.Valeria lo miró, sin insultarlo ni enojarse. Solo se reía fríamente.Esa risa irritó a Leonel. Entonces, él le apretó la barbilla y le preguntó entre dientes: —¿De qué te ríes?Valeria no dijo nada. Mientras más callada estaba, ¡más furioso se ponía Leonel!—Valeria, ¿estar a mi lado te da tanto asco?—Sí —respondió Valeria con firmeza.Leonel se rio.—No pasa nada, muy pronto no vas a pensar así.Valeria sintió un frío en su interior. No sabía qué tipo de medicamentos le estaba dando Leonel.Pero sabía que él no la dejaría morir tan fácil.Él solo la seguiría torturando una y otra vez con lo que él creía

En la oscuridad de la noche, la Hummer avanzaba a toda velocidad.El clima no ayudaba, pues Ventoluz era un país tropical.Cuando estaban por llegar al aeropuerto, empezó una tormenta con viento y lluvias fuertes.La visibilidad era muy baja y los limpiaparabrisas se movían como locos.El corazón de Valeria latía rápido, su cuerpo estaba tenso; pero, Alonso estuvo todo el tiempo tranquilizándola.El auto entró al aeropuerto.Un helicóptero ya estaba listo, esperándolos. Entonces, Alonso detuvo el auto. —Espérame un momento, voy por un impermeable, ya vuelvo.—¡Está bien!Alonso se bajó del auto y corrió bajo la lluvia.En el avión había dos pilotos.Alonso agarró un impermeable y regresó corriendo apurado, abrió la puerta del copiloto de la Hummer. En cuanto abrió la puerta, la tormenta entró al auto.Valeria se estremeció.En la oscuridad, un impermeable cayó sobre ella, cubriendo su cuerpo tembloroso. El hombre la ayudó a ponérselo, la levantó en brazos y corrió con pasos largos hac

Tres días después.Puerto Sereno, pueblo antiguo, hotel Nube.En el patio lleno de todo tipo de plantas y flores, Goldie estaba tirado en el suelo sacando la lengua. Paz tenía en la mano izquierda una caja de maquillaje para niños y en la derecha una esponjita pequeña, maquillando a Goldie con mucha seriedad. Noah estaba sentado solo a un lado en una silla de madera, con la cabeza agachada, concentrado jugando con su cubo Rubik.De la cocina salía un aroma delicioso. Rafael estaba cocinando.Susana llegó de afuera y empujó la puerta de madera del patio, se dio la vuelta y cerró la puerta, poniendo el seguro. Noah escuchó el ruido y levantó la cabeza. Susana se acercó y le acarició el pelo. —¿Otra vez jugando con el cubo Rubik?—¡Sí! —Noah miró a Susana con ojos brillantes—. Ya puedo armar las seis caras en tres minutos como máximo.El cubo Rubik lo había comprado Santiago. Y él también le había enseñado a Noah a usarlo.—¡Qué bien! —dijo Susana—. Si tu papá supiera que ya eres tan bue