Macarena notó la preocupación de su hija y, conteniendo sus propias emociones, cubrió la mano de Rocío con la suya para consolarla.—Tal vez no sea tan malo. Después de todo, ella sigue siendo tu cuñada. Mientras no se divorcie de César, aún puedes intentar mejorar tu relación con ella…—¡Otra vez esas palabras! —Rocío apartó bruscamente su mano, con una irritación palpable—. ¡Siempre me dices que mejoré la relación! ¿Y de qué ha servido? ¡Sabes perfectamente que Celia y yo nos llevamos mal! Y ahora, solo porque es una Rojas, ¿esperas que trague pues mi orgullo para halagarla?Macarena se quedó sin palabras.—Rocío, lo hago por tu bien…—¡Yo creo que lo haces por ti misma!Rocío se levantó de un salto, dejando el desayuno intacto, y subió corriendo las escaleras. Macarena, herida por sus palabras, arrojó el tenedor sobre la mesa con frustración.***Mientras tanto, Sira, al enterarse de que Celiana Soto había sido detenida, supo que su plan se había fracasado. ¡Y esa idiota inútil debi
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