—En tu parque industrial —dijo Ricardo mientras se quitaba el saco.Nina lo vio acercarse y sentarse junto a ella. Instintivamente se hizo un poco a un lado, pero apenas se movió, Ricardo la sujetó del hombro y la atrajo hacia él, dándole un beso suave en la mejilla.Ella frunció el ceño, desconcertada. Pero Ricardo, al ver su expresión, pareció aún más encantado, y volvió a besarla, otra vez.Nina lo miró con esos ojos grandes, brillantes, y enseguida se cubrió la cara con ambas manos, ruborizada hasta los oídos.—Estamos en un restaurante —murmuró con recelo—. No hagas eso aquí.Ricardo soltó una risa baja, profunda y lenta.Él casi nunca se reía, y mucho menos así, con esa calidez seductora que desarmaba por completo.Nina mantenía las manos en su rostro, evitando mirarlo, sintiendo cómo su corazón latía descontrolado. Sentía que en cualquier momento se le iba a salir del pecho.Ricardo, al verla así, rió aún más, pero la soltó justo antes de que llegara el mesero.Durante toda la c
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