Al día siguiente.Muy temprano, un diseñador de una marca de renombre internacional llegó a la mansión de los Navarro con la nueva colección recién salida del taller.Esa misma noche, cuando Nina empujó la silla de ruedas de Ricardo al entrar al salón de la recepción, todos los ojos se centraron en ellos de inmediato.Aunque Ricardo iba sentado, su imponente estatura, combinada con el traje hecho a la medida, resaltaba su figura atlética. Sus ojos, tan afilados como los de un halcón, reflejaban profundidad y autoridad.Nina, con su figura curvilínea, rostro de ángel y cuerpo de diosa, se veía absolutamente deslumbrante. Aun al lado de un hombre tan atractivo como Ricardo, no se veía opacada: al contrario, hacían una pareja impactante.—¡Señorita Morales, está guapísima esta noche, por favor mire hacia acá!—¡Por aquí, señorita Morales!Los reporteros casi se volvían locos por tomarle fotos. Ricardo, por su parte, solo frunció levemente el ceño, pero no evitó que la fotografiaran juntos
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