Más exactamente, ella no sabía qué decir.El silencio era tan profundo que parecía haberse detenido el tiempo, se podía escuchar hasta el sonido de una aguja al caer.Después de casi uno o dos minutos, Nina se movió de repente, escapando de sus brazos con cierta incomodidad, vergüenza y confusión, diciendo:—Eh, voy a ponerte un poco de agua, ¿quieres que te ayude a lavarte un poco? Ricardo seguía en la misma postura rígida, sentado sin moverse, con la mirada fría y despectiva puesta en ella.Nina se sintió súper incómoda, no se atrevió a quedarse más tiempo, se dio la vuelta para bajarse de la cama, pero antes de que pudiera hacerlo, el hombre la atrapó con su largo brazo y la volvió a jalar a su pecho. Sin darle tiempo a reaccionar, la cargó en sus brazos, y con pasos largos la llevó directo al baño.Lo que ella vomitó hace un momento probablemente fue la experiencia más “terrible” que Ricardo había vivido en su vida. Pensándolo bien, Nina hasta admiraba su propia valentía.Pero ese
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