—Ya me aparté de Laura, ¿están conformes? —los hombros caídos, la voz amarga.—Todo tiene un motivo. Ella y yo crecimos juntos; si Angela no me hubiera salvado, a quien debía casarme era con…No terminó la frase, pero mi última defensa se desmoronaba; el corazón, hecho pedazos.—No es que no la ame, pero la culpa con Laura me impedía soltarla. Ahora lo entiendo: a quien de verdad amo es a Angela.El otrora imponente Francisco estaba pálido, tambaleante.—Si me dicen dónde está —apretó los labios, y anunció una decisión que heló a todos—, declaro en quiebra a los Barrera, solo para ser un hombre común con ella.Sus lamentos, en mis oídos, sonaban falsos, teatrales.Con todo su imperio no pudo protegerme; sin un peso, ¿qué fidelidad podía ofrecerme?La dicha siempre para Laura; la desgracia, siempre para mí.Soñador.El señor Muñiz apartó la vista, con asco:—¡Imbécil! No hace falta que declares quiebra: los Barrera ya fueron vaciados por los Tamez. ¿Quién crees que planeó aquel accident
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