Ella y Lucio ya habían firmado el acuerdo. Ya no eran... marido y mujer. ¡Y ella ya no quería saber nada de esta familia!¡Esta familia ya no la quería!—Esto... —Miguel se quedó momentáneamente sin palabras. Sí, ahora ese maldito se atrevía a tanto.¿Cómo podía él, aún con dignidad, pedirle que diera un hijo a la familia Fernández? Ay, este buen matrimonio... ¿cómo había terminado así?Al pensar en eso, frunció aún más el ceño.Sin inmutarse siquiera, Estrella simplemente tomó la taza de té que tenía frente a ella y sopló suavemente sobre su superficie.Se escuchó el sonido de un auto, y poco después, unos pasos pesados resonaron desde fuera de la puerta.Lucio había regresado.Vestía un traje impecablemente cortado, con una postura erguida y un rostro frío y severo, como si acabara de salir de una negociación comercial.—¡Abuelo! —dijo con voz serena.Miguel se levantó de un salto y, alzando su bastón, lo golpeó con fuerza en la pierna.Dos golpes, brutales y contundentes. Lucio los
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