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—Ay papi, ya no sigas, me voy a venir… En el auditorio, la multitud era un caos absoluto. Aproveché el tumulto para empujar a propósito a la chica que tenía delante de mí. Traía una faldita de colegiala bastante sexy. Sin pensarlo dos veces, se la levanté para repegarme contra sus nalgotas. Lo que me mataba era que su ropa interior era delgadísima. Sentir ese trasero tan rico y jugoso hizo que perdiera la razón. Y lo más increíble de todo fue que ella parecía estar disfrutando el repegón.

Celeste Lyra and Nizar Kale, best friend since elementary days. Napaka-close nilang dalawa. Celeste knows Nizar secrets, and nobody knows about it. Until one day, nakaaway ni Celeste ang ‘girlfriend’ ni Nizar. It resulted in a deal she couldn’t refuse. After that intense night, Celeste fled away to hide because she was ashamed of what she did. Nagulat si Nizar nang makita ang isang bata—no, there are three of them who have the same face as him in the park. At mas nagulat pa ito nang makita kung sino ang nanay ng triplets. Is it coincidence na kamukha nito ang mga bata? O may tinatago ang babaeng matagal na niyang hinahanap?

My name is Greta Ellsworth. In my past life, my best friend, Poppy McKellen, and I both married into the Lockwood family. They are a prestigious household with a long-standing legacy in alternative medicine. Poppy marries the eldest son, Bruce Lockwood, while I marry the younger son, Owen Lockwood. Poppy gives birth to three children with Bruce. They each grow up to be prodigies in medicine. Meanwhile, I have only one daughter with Owen—Wendy Lockwood. Sadly, Wendy struggles with even the most basic math and isn't very bright. Owen's pride takes over, and he is left feeling utterly embarrassed. Years later, I take Wendy to a medical symposium. When she shyly whispers, "Dad," the crowd erupts in laughter. Enraged and humiliated, Owen stabs Wendy to death. Before I can react, he turns my way and strikes me down as well. When I open my eyes again, I realize that both Owen and I have been reborn. I take in the scene of our families' matchmaking event once more. This time, Owen reaches for Poppy's hand and says, "I like you. Will you marry me?"

Cuando entré en aquel juego de terror, mi miopía extrema me jugó una mala pasada. Con la poca visibilidad que tenía, a la niña fantasma del vestido rojo la consideré como si fuera mi propia hija. Al Boss lo adopté ni más ni menos que como a mi esposo, y a esas criaturas viejas y extrañas, las traté con esmero al verlas mis propios padres. La primera vez que me topé con el Boss, no pude evitar acercarme y darle un toquecito en los abdominales mientras le decía: —¡Qué cuerpazo te cargas, mi vida! Lástima que estés tan chaparrito... Él soltó una risa bastante tensa, se puso la cabeza que tenía cortada de vuelta en el cuello, y mostrándome los dientes me soltó: —¡Mido un metro ochenta y seis! ¿Y ahora qué me dices?

After one soul-crushing breakup, Summer Peterson—quirky, invisible, heartbroken—swore she’d never fall again. But secrets don’t care about promises. Especially not the kind hiding in her best friend’s older brother. Hayden is everything she shouldn’t want. Dangerous. Magnetic. Off-limits. But one forbidden kiss was all it took to unravel her. Now every stolen moment pulls her deeper—into a twisted affair of obsession, lies, and betrayal. Hayden doesn’t just touch. He marks. He owns. And he’s hiding a secret that could destroy them both. Someone is watching. Someone who wants her. And someone who will do anything to tear them apart. Loving him might ruin her. Leaving him might kill her. How do you run from the boy who’d burn the world to keep you? And how far will she go for a love that was never meant to save her? ⚠️ TRIGGER WARNING – MATURE CONTENT AHEAD This story doesn’t hold back. It dives deep into explicit sexual content, intense emotional trauma, abuse, violence, and psychological manipulation. This content is strictly for 18+ audiences. If you proceed, do so with your eyes wide open. You’ve been warned.

El hotel me llamó para recordarme de forma sutil que anoche olvidé pagar los condones que usé, y que ya habían descontado el importe de mi tarjeta de membresía. Yo estaba algo confundida; ayer trabajé horas extras hasta muy tarde, ni siquiera estuve en un hotel. Pregunté a mi esposo, el único que sabía el número de mi tarjeta, sobre qué demonios había pasado. Él me miró con cara de total desconcierto. —Cariño, esa habitación cuesta más de diez mil la noche, ¿cómo iba yo a gastar eso? Seguro que fue un error del sistema. —Habrá sido alguien que ingresó mal el número de la membresía. Mañana iré a poner una queja. Ya no perdí el tiempo hablando con él. La inversora de ese hotel es Ángela, mi mejor amiga. Le llamé directamente. —Querida, ayúdame a revisar con quién demonios se registró Víctor Soto anoche. ¡Voy a pillarlo en la infidelidad!

“You will never change.” That’s the last thing she said before she disappeared from his life. The last memories he ever had with the person that he realized he loved the most... but what can his realization do? When the tiniest bit of good memory with her was not left for him to reminisce,. But he will change. He knows he can change himself, just so she will be able to accept himself into her life once again. He will pamper her for an entire lifetime, even for the twins that she got from another man but.. Why? Why is she choosing him? Can he only look at her far afar, watching her happy with another man with the twin babies he found out as his? Will they be able to go back to the past?

La boda con Diego Velázquez, heredero al reino, se vio empañada por la tragedia. María de Mendoza, la hija adoptiva de Lola —la nana que había cuidado a Diego desde niño—, se quitó la vida. La encontraron ahorcada, vestida con un traje de novia. El vino de la boda resbaló de las manos de Diego. Tras un largo silencio, soltó con voz fría, sin una pizca de emoción: —Dale una buena suma de dinero a Lola. Y asegúrate de que María tenga un entierro digno. Y no dijo más. Continuó con la ceremonia como si nada hubiera pasado, como si aquello no le afectara. Cinco años después, la víspera de que Diego ascendiera al trono, recibí la noticia: no podía tener hijos. Me envió a un convento, donde pasaría el resto de mis días, con la condición de no volver a pisar el palacio. Esa misma noche, me mostró una fotografía de María y, sin inmutarse, me dijo: —Cuando ella murió, llevaba mi hijo. Si no fuera por la influencia de tu familia en la corte, dime, ¿cómo habríamos terminado casándonos? ¿Y qué habría sido de María? —Carmen Pimentel, no sirves ni para ser madre. Quédate aquí, reza y paga por tus pecados. Ora por el alma de María y de nuestro hijo. En menos de un año, mi familia Pimentel fue acusada de traición y todos fueron ejecutados. Yo, por mi parte, morí de un infarto, desangrándome por la boca. Cuando volví a abrir los ojos, me encontré de vuelta en el día de mi boda, justo antes de entrar al palacio.

En la boda, el sobrino de cuatro años del novio de repente subió a la tarima, tomó de la mano al novio y gritó a todo pulmón: —Papá, ¿por qué te quieres casar con otra mujer? ¿Ya no nos quieres a mamá y a mí? La madre del niño, que estaba abajo de la tarima, corrió a detenerlo. Con una sonrisa forzada, como si se disculpara pero buscando provocar, dijo: —Lo siento, Dany perdió a su padre cuando era pequeño y siempre ha visto a su tío como su papá. No fue su intención causar problemas. Incluso mi esposo, con total calma, tomó al niño en brazos y me explicó: —Antes de morir, mi hermano me pidió que cuidara de su esposa y de su hijo. Para que Dany tuviera una infancia feliz, le permití que me llamara "papá". No lo malinterpretes. Al ver a las tres personas frente a mí tan felices y tranquilas, solté una risa fría y me quité el velo. —Pobrecito niño… ¿cómo podría yo arrebatarle a su padre? Ya que es así, ¿por qué no le dejo el lugar de novia a tu cuñada? Así ustedes pueden formar una familia completa de tres.

Antes de la boda, la mujer que había sido el gran amor de su vida fue obligada a casarse con un famoso "mujeriego"para proteger a su familia. Mi prometido Arturo, incapaz de verla sufrir, fue a interrumpir la ceremonia. Ese mismo día, frente a todos, obtuvieron el certificado de matrimonio. Toda la ciudad de Marseah esperaba con ansias el escándalo entre mi familia y los Gómez. Pero al día siguiente, el único hijo de los Gómez apareció en la entrada de mi empresa, conduciendo su Bugatti con descaro: —Tu prometido se llevó a la mujer con la que iba a casarme. Quiero que pagues esa deuda casándote conmigo, es justo, ¿no? Al mirar su melena roja y desafiante, sonreí con calma: —Sí, muy justo.