La Dulce Amargura del Ramo de Lágrimas
El día de mi compromiso, él quiso irse solo porque Violeta Mendizábal quería comer empanadas caseras hechas por él. Intenté detenerlo, pero me respondió con una bofetada.
—Solo es un compromiso, lo podemos hacer otro día. ¿Y si Violeta se queda con hambre?
Incluso mi hermano me regañó, como si yo fuera la culpable:
—Tú eres mayor que Violeta, ¿no puedes ceder un poco?
No respondí. Solo me di la vuelta y lo dejé ir.
Pensando que era solo una rabieta mía, no le dieron importancia, y cancelaron todos sus compromisos para poder pasear con Violeta por montañas y playas.
Recién medio mes después se acordaron de mí.
Cuando por fin intentaron contactarme, se enteraron de que ya había ingresado a un programa confidencial del Estado, un proyecto de investigación de armas estratégicas que duraría diez años…
Y que no pensaba volver jamás.
Entonces sí, el pánico los invadió.