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Capítulo 2

Auteur: Durán
—Hija, ¿en serio lo pensaste bien? —la voz de mi padre al teléfono todavía sonaba con incredulidad.

Hacía tres años, yo misma les había dicho que no quería un matrimonio, si yo no me casaba por amor. Regresar a la familia Moulin significaba renunciar a mi propia felicidad. Cansarme con el candidato que habían elegido con cuidado sería conveniente para ambas casas.

Mi mamá suspiró, antes de hablar con firmeza:

—Tranquila, aunque sea un matrimonio por conveniencia, siempre serás nuestra hija.

Miré el cielo oscuro por la ventana y me limpié las lágrimas.

—Papá, mamá —dije—, aún necesito unos días más para dejar todo en orden por aquí.

—De acuerdo, también aprovecha para despedirte bien de tus hermanos. No te preocupes por la boda, nosotros nos ocuparemos de todo. Pase lo que pase, la familia Moulin siempre te respaldará.

Sin querer se me aguaron los ojos. Alguna vez, Daniel y Alonso me habían dicho algo parecido:

—Lourdes, no tengas miedo. Desde ahora, nosotros seremos tu familia y siempre estaremos contigo. La directora del orfanato, Jimena, nos miraba con una sonrisa:

—Chicos, cuiden bien a su hermana. ¡Un hombre siempre debe cumplir su palabra!

Alonso me miraba, con la cara enrojecida.

—¡Yo no quiero ser su hermano! ¡Quiero casarme con Lourdes cuando sea grande!

Desde entonces, me conmoví con su cariño.

Daniel me protegía como si fuera su hermana, y Alonso siempre pensaba en mí, dándome lo mejor que tenía.

Ellos eran mi hogar. Por eso, cuando mis padres biológicos me encontraron, no les conté nada. En el mundo de las familias adineradas, encontrar algo sincero era complicado, y siempre está plagado de muchos problemas.

Una felicidad simple y cálida, como la que yo tenía, no se suelta tan fácilmente.

Sin embargo, la aparición de Isabella me hizo darme cuenta de lo equivocada que estaba.

Isabella era hija de Zella, la encargada de nuestra casa de acogida, quien había quedado huérfana a muy temprana edad y que había fallecido hacía dos años, por una enfermedad.

Durante las celebraciones de Año Nuevo, conmovidos por su situación, la invitamos a pasar las fiestas con nosotros. Desde entonces, Isabella se fue metiendo cada vez más en nuestra familia, volviéndose cada vez más cercana a mi hermano y a mi prometido.

Fui a hablar con ella con cuidado, recordándole que pronto me casaría con Alonso, intentando pedirle que mantuviera cierta distancia. Pero no esperaba que, antes de irse del país, dejara una carta llena de frases llenas de envidia hacia mí y tristeza por alejarse.

—¿Cómo es que no puedes quererla ni un poquito, Lourdes? —me cuestionó Alonso, mirándome fijamente.

Incluso Daniel, que siempre me había cuidado, también me miró, decepcionado.

—¡Lourdes, ya estás muy grande para ser tan egoísta!

Estaban convencidos de que Isabella necesitaba más amor que yo.

Esta boda era lo que había soñado desde que era niña. El vestido, el anillo y hasta la invitación lo había diseñado yo misma.

Cerré los ojos.

Sola ante las miradas de todos, toda la calma que había intentado sostener se vino abajo.

—¿Qué está pasando? ¡Nunca vi que cancelaran una boda a mitad de la ceremonia!

—¿El novio se escapó?

—¿Por qué la familia de la novia se fue?

—¿Quién sabe? Si hasta su familia la deja tirada como un trapo sucio, es por algo.

—¡Mírale la cara, es de esas que haría lo que fuera por plata!

Los rumores y comentarios me cayeron encima como piedras.

Y esos dos hombres que juraron protegerme toda la vida, ahora eran dos puñales clavados en mi corazón.

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