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Casada por mentira: ahora soy inalcanzable
Casada por mentira: ahora soy inalcanzable
Author: Galletita Dulce

Capítulo 1

Author: Galletita Dulce
—Señorita Pinto, esta acta de matrimonio no nos sirve.

La recepcionista le devolvió el documento. Aunque seguía siendo educada, su cara ya mostraba una clara mueca de desdén.

Lorena lo tomó con una sonrisa forzada.

—¿Y por qué iría yo a traer un certificado falso solo para engañarlos?

—Quizás para aprovechar nuestra promoción especial por aniversario de bodas —respondió la recepcionista, haciendo un gesto de burla.

Lorena se quedó de una pieza. No tenía idea de ninguna promoción. Ella solo había elegido ese restaurante para celebrar su tercer aniversario con Paulo porque el jardín le fascinaba.

—No puedes decir que mi certificado es falso así, sin más. Tengo todo el derecho de poner una queja —dijo, soltando un tono más firme y seguro.

Al oír esto, la recepcionista soltó una risa aguada.

Lorena frunció el ceño, molesta por la actitud tan displicente de la mujer.

—¿Cómo estás tan segura de eso?

La recepcionista agachó la cabeza y empezó a teclear con rapidez en su computadora. Acto seguido, giró la pantalla hacia Lorena.

—Cuando introduje el número de identificación de su esposo, el sistema ya tenía información sobre él.

—¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Que él también reservó el paquete especial de aniversario de bodas de este restaurante.

Lorena se sorprendió un poco.

—¿Él también hizo una reserva?

La recepcionista la miró con absoluto desdén.

—El señor Silva hizo la reserva, pero eso no tiene nada que ver con usted.

—¿Cómo que no?

—Significa que la esposa del señor Silva no es usted.

Lorena se quedó sin palabras, no podía creer lo que estaba oyendo. Miró hacia la computadora para verificar la información, pero al llegar a la casilla de cónyuge, vio un nombre: Selena Cruz.

¿Su mejor amiga...? ¿Pero qué rayos significaba todo esto?

—Además, el señor Silva y su esposa se encuentran justo ahora en el jardín del piso de arriba, celebrando su tercer aniversario de bodas...

Antes de que la recepcionista pudiera terminar la frase, Lorena ya estaba disparada hacia las escaleras.

¿Su esposo y su mejor amiga estaban celebrando su propio tercer aniversario de bodas?

¡No podía ser! Tenía que haber alguna confusión... ¡algún maldito error!

Pero cuando llegó a la terraza y los vio a los dos abrazados en plena escena, se detuvo en seco.

El hombre, alto y elegante en su traje y corbata, se veía sereno y feliz. La mujer, con un deslumbrante vestido rojo, irradiaba felicidad, mirándolo con una ternura profunda.

Detrás de ellos, una pantalla gigante se encendió, y comenzaron a aparecer palabras acompañadas de música suave: "Caja de música del tiempo".

Luego, empezaron a desfilar las fotos. La primera, tomada de lejos, mostraba a Selena levantando su celular con una expresión tímida, posando junto a un Paulo que se mantenía algo apartado.

Luego, apareció una imagen donde se les veía más cercanos, una de esas típicas primeras fotos de amigos.

A eso le siguió una cena: ambos sonreían radiantes de felicidad.

También una toma dentro del auto de Paulo, con Selena sentada en el asiento del copiloto, ese lugar que Lorena siempre pensó que le pertenecía solo a ella.

Después, desfilaron varias fotos de viajes, de una excursión, e incluso se les veía visitando la ciudad natal de Selena.

Y lo peor de todo: jamás, ni por un solo segundo, había sospechado nada.

En el atardecer, se besaban; en la cama, intercambiaban miradas cómplices y sonrientes; incluso había una foto íntima posterior a un encuentro donde Selena y Paulo estaban completamente abrazados, desnudos.

Y para colmo, la última foto: Paulo le ponía un anillo de diamantes a Selena.

Justo al mismo tiempo, él se agachaba y, con un enorme ramo de rosas, se arrodillaba ante ella en el jardín.

—¡Estás impresionante esta noche, mi amor!

Selena recibió las flores y, cuando Paulo se levantó, ella se colgó de su cuello, besándole la barbilla.

Él, con una mirada cargada de ternura, le acariciaba el cabello.

Lorena no podía creer lo que veía. No podía ser, ¡no podía ser!

Miró fijamente a la pareja. Tal vez solo se parecían... tal vez no era él... pero lo vio con total claridad, ya no podía seguir engañándose a sí misma.

Ahí, ante sus ojos, estaba su vida, la que siempre creyó que solo compartía con Paulo, con la mujer que siempre consideró su mejor amiga.

Lorena tomó aire profundamente para intentar calmarse. Luego, salió del pasillo y hizo una llamada rápida.

No pasó mucho tiempo antes de que la otra persona le devolviera la comunicación.

—Señorita, ya lo averigüé. El señor Silva efectivamente se casó el seis de junio, hace tres años.

¿Seis de junio?

Pero ella y Paulo se habían casado el dieciséis de junio.

—¿Y en la sección de cónyuge?

—Selena Cruz.

Lorena sintió un fuerte nudo en el estómago.

—¿Estás segura de que no te equivocaste?

—Ningún error, señorita.

El corazón de Lorena se hizo pedazos.

Entonces, ¿su esposo no era su esposo? ¿Era, en realidad, el esposo de su supuesta mejor amiga?

De pronto, la suave melodía de un violín interrumpió sus pensamientos de golpe, y Lorena giró la cabeza lentamente hacia la ventana.

El cielo estrellado, las flores y la melodía romántica del violín.

En ese momento, Paulo tomó la mano de Selena, y, al ritmo de la música, comenzaron a bailar.

La imagen en la pantalla volvió a cambiar, mostrando una foto tomada en un crucero.

Lorena reconoció la imagen al instante. Ella también tenía esa foto, pero en su versión original salían los tres. En esta, simplemente la habían recortado a ella.

Y lo peor de todo: ese había sido su viaje, el que ella misma organizó.

¡Por Dios!

La rabia casi la hizo estallar. Con los puños apretados con fuerza, dio un paso decidido hacia adelante.

Iba a enfrentarlos, a pedirles cuentas, a exigirles una explicación, a preguntarles por qué... ¿por qué le habían hecho esto?

Pero justo en ese instante, Selena sacó algo de su bolso y lo agitó frente a Paulo.

Al ver lo que tenía en las manos, Paulo abrió los ojos como platos, tomó el objeto rápidamente, lo examinó y sonrió de felicidad.

Lorena frenó en seco al ver lo que sostenía: una prueba de embarazo.

Ella también había usado muchísimas veces esas pruebas, siempre con el mismo resultado desilusionante, pero esta vez...

—¡Voy a ser papá! ¡Voy a ser papá! —gritó Paulo, fuera de sí por la emoción, como si todo el mundo debiera enterarse.

Lorena sintió que su corazón se rompía. Ahora lo entendía todo...

Dos horas después, siguió a Paulo y Selena con su auto hasta la casa de los Silva.

Cuando Selena bajó del auto, la madre de Paulo, Carmen, salió a recibirlos de inmediato.

—¡Selena, mi adorada nuera! ¡Paulo me llamó y me dijo que estás esperando un bebé! ¡Qué notición!

— Desde un principio yo no quería que Paulo se casara con Lorena, precisamente porque ella tuvo un accidente, se dañó el útero y nunca podrá tener hijos. Te he hecho sufrir mucho todos estos año.

Selena le sonrió y le tomó la mano a Carmen.

—No me siento mal por eso.

—Eso me gusta. Lo que más aprecio es que seas tan comprensiva y considerada.

Lorena observaba cómo Carmen, quien siempre había sido tan fría y distante con ella, trataba a Selena como si fuera su propia hija, abrazándola y guiándola con cuidado hacia el interior.

Toda esa situación era a causa de su incapacidad para tener hijos. Pero ella se había sacrificado para salvar a Paulo...

Para no cargar con el peso de ser considerados desagradecidos, le entregaron un certificado falso... ¡Tres años! ¡Tres años manipulándola y tratándola como a una idiota!

En ese momento, su celular empezó a sonar.

Lorena respiró hondo, tratando de calmarse.

—¿Usted sabía que mi matrimonio con Paulo era falso?

Quien la llamaba era Carlos Lara, el líder de una de las familias más influyentes y poderosas del país.

Se habían cruzado una vez por asuntos entre el Grupo Lara y el Grupo Silva, pero en esta ocasión, él le propuso algo que nunca habría imaginado.

—Si acepta casarse con mi hijo y me das un nieto o nieta, toda la fortuna de la familia Lara será suya.

Al principio, Lorena pensó que estaba completamente loco.

¿Cómo iba a casarse con su hijo si ya estaba casada?

Pero después de todo este asunto, ahora lo entendía. Carlos ya sabía lo que había pasado, ya estaba al tanto del engaño.

—Señorita Pinto, lamento muchísimo que este doloroso secreto la haya golpeado, pero estoy seguro de que usted prefiere saber la verdad antes que seguir viviendo en la mentira.

—Si usted ya investigó sobre mí, sabe que tuve un accidente y me cuesta mucho quedar embarazada.

—Conozco a un doctor que ya le hizo un chequeo. Me dijo que tiene todo lo necesario para ayudarla a tener hijos. Confío plenamente en él.

Lorena no sabía quién era ese doctor, pero después de todo lo que había vivido, confiaba en la palabra de Carlos.

Miró una vez más la casa de los Silva, la que había creído su hogar, tan llena de luces y alguna vez de alegría, pero que ahora se sentía completamente ajena.

—Está bien, acepto casarme con su hijo.

—¡Excelente!

—Pero exijo una boda espectacular, ¡y tiene que ser cuanto antes!

—Por supuesto, la boda de mi hijo será la más grandiosa de todas.

La boda se celebraría dentro de un mes, tiempo más que suficiente para organizarlo todo.
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