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Capítulo 07

Author: Valentina García
Julieta llamó a Gabriel por teléfono. Pero, después de que él le colgara tres veces seguidas, se le acabó la paciencia y le escribió un mensaje corto.

No pasaron ni dos minutos antes de que el celular sonara con su nombre en la pantalla. Pero su voz... sonaba agotada.

—Camila está enferma. Tengo que quedarme con ella. Lo último que te prometí, lo hacemos en dos días, ¿sí?

Estaba por colgar cuando Julieta alzó la voz:

—¡No puede ser!

Del otro lado, Gabriel soltó una risa irónica.

—¿Dos días, Julieta? ¿De verdad vas a armar drama por eso? No seas ridícula.

Julieta sintió que algo se le atoraba en la garganta, pero, como pudo, aguantó las ganas de romper a llorar.

—Gabriel... solo falta una cosa. Una. ¿Qué pasa? ¿Te arrepentiste? ¿Quieres seguir siendo mi esposo? Porque, si tú quieres... yo no tengo problema, ¿eh?

Gabriel, como siempre, cayó en sus provocaciones, y, como siempre, Julieta colgó con una carcajada entre dientes, aunque con lágrimas cayéndole al mismo tiempo. Las sentía rodar por sus mejillas hasta su boca. El sabor amargo le raspaba el alma.

Tenía miedo.

Miedo de que Gabriel notara lo débil que estaba. Miedo de que muriera... y, aun así, él solo supiera reírse de ella.

Por eso, antes de que llegara, le pidió a Antonia que la maquillara.

Tardó casi veinte minutos en bajar. Cada paso era un desafío.

Gabriel la esperaba afuera, impaciente.

—¡Qué lenta eres! Es la última cosa. ¡Dilo de una vez!

Julieta no respondió. Subió al auto, se abrochó el cinturón y, solo entonces, lo miró.

—Es muy simple. Quiero que me cocines el almuerzo.

Gabriel la miró sin entender.

—¿Solo eso? ¿Una comida?

—Solo eso.

Él no quitaba los ojos de encima, como si sospechara que había alguna trampa. Después de todo lo que ella le había exigido antes, esperaba algo imposible.

Pero no. Solo le pedía una comida.

Revisó la hora, envió un par de mensajes rápidos y arrancó el auto.

Terminaron en el supermercado.

Era la primera vez que Julieta y Gabriel hacían algo así juntos. La primera vez que parecían... una pareja normal. Gabriel empujaba el carrito, mientras Julieta iba a su lado, diciendo qué llevar.

En la caja, un niño pasó corriendo y estuvo a punto de chocar contra ella. Gabriel, sin pensarlo, la protegió con el brazo y la tomó de la mano.

Julieta bajó la mirada y, al ver sus manos entrelazadas, se le nublaron los ojos. Era la segunda vez que Gabriel la tomaba de la mano... por voluntad propia.

Pero ese calor, esa sensación... duró poco. Gabriel la soltó como si quemara.

Volvieron al apartamento que alguna vez compartieron, un lugar que no guardaba buenos recuerdos.

Gabriel se había casado con ella obligado, y, durante todo el matrimonio, no había hecho más que mostrarle su rechazo.

Las infidelidades habían sido tantas... que casi había perdido la cuenta.

Al entrar, Gabriel se cambió de zapatos y se encaminó directo a la cocina.

Julieta, apenas cerró la puerta, se dejó caer en el suelo. Estaba exhausta.

Pero cuando él volvió con los platos, ya se había levantado y sonreía como si nada pasara.

No sabía que Gabriel sabía cocinar. Y ahora que lo hacía, no era por ella.

Era por Camila, claro. Solo podía ser por Camila.

—¿Todo eso? —preguntó Julieta, mirando los platos uno tras otro—. ¿Tú crees que dos personas pueden comer tanto?

Su cuerpo no podía más. Ni siquiera tenía apetito.

Gabriel colocó el último plato sobre la mesa y se cruzó de brazos.

—¿Quién dijo que somos solo dos?
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