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Le di mi prometido en mi propia boda
Le di mi prometido en mi propia boda
Author: Piña Ice

Capítulo 1

Author: Piña Ice
Yo vestía un hermoso vestido de novia, de pie en el centro del salón de bodas del hotel, e hice una leve reverencia ante los invitados que presenciaban la ceremonia.

—Muchas gracias a todos los familiares y amigos que vinieron hoy a la boda. Sin embargo, ocurrió un pequeño imprevisto: la novia ya no soy yo, Lucía León, sino Sandra Ulloa.

—Por este inconveniente, de verdad les ofrezco mis más sinceras disculpas. También les agradezco haber tomado su tiempo para venir a acompañarnos. Espero que esto no les haya arruinado la diversión, y por favor, continúen disfrutando del banquete de bodas.

El salón quedó sumido en un silencio sepulcral.

—¡Lucía, deja de decir tonterías! ¡Hoy es nuestro gran día! Eso fue solo un accidente —exclamó Carlos, frunciendo el ceño.

Un dolor agudo me atravesó el pecho, y esa punzada se extendió por todo mi cuerpo.

Contuve las lágrimas con todas mis fuerzas y lo miré fijamente.

—Carlos, ¿qué puede entender un niño de cuatro años? ¿De verdad crees que subió a la tarima a decir algo así por sí solo? ¿No ves que alguien se lo enseñó?

Carlos guardó silencio.

Carlos no era un tonto. Era imposible que no notara que todo esto fue obra de su cuñada Sandra a propósito.

Pero aun así, él eligió protegerla sin dudarlo, en lugar de defenderme a mí, la mujer que estaba a punto de casarse con él.

Por eso, aunque me doliera y me costara aceptarlo, no pensaba seguir reprimiendo mi enojo ni continuar con esa boda.

—Carlos, terminemos.

Sus ojos se abrieron de par en par; su rostro, lleno de sorpresa, se quedó fijo en mí.

—Lucía, ¿sabes lo que acabas de decir? Ya te expliqué todo. Dany todavía es un niño; no quiero que sepa que no tiene padre, por eso lo dejo llamarme “papá”. Pero entre Sandra y yo no hay nada. ¿Por qué sigues sin soltar ese tema? ¡Antes no eras tan irracional!

Su rostro se ensombreció de una forma que daba miedo, y continuó diciendo:

—Llevamos juntos cinco años. Hemos pasado por tantas dificultades, y también tenemos incontables recuerdos hermosos.

Su voz se volvió más baja. Bajó la mirada hacia mi vientre y murmuró:

—Además, llevas a mi hijo. ¿Cómo podrías dejarme ahora?

Sí, llevaba a su hijo en mi vientre. Pero el día que fui al hospital para mi chequeo de embarazo, él estaba acompañando a Sandra y a su sobrino.

Sandra abrazaba a Dany en una esquina, limpiándole con cuidado las lágrimas.

—Carlos, no te enojes. Todo fue culpa mía por no cuidar bien de Dany y hacer que Lucía se molestara. Lucía, tú sabes que hoy vinieron a tu boda con Carlos muchas personas importantes del mundo empresarial. Aun si estás enojada, no deberías ponerlo en evidencia delante de tanta gente.

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