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Capítulo 4

작가: Aurora
En la sala de parto de la manada, Marcos de repente sintió que su corazón se aceleraba.

Un abrumador sentimiento de pánico lo atrapó al instante. Su respiración se volvió dificultosa y superficial.

Aunque el acónito me había impedido vincular nuestras mentes antes, el dolor probablemente era tan intenso que él parecía sentirlo a través de nuestro lazo de pareja.

Por nuestra conexión, los gritos desgarradores de mi corazón resonaban directamente en su conciencia.

“¡Salva al niño!”

Las palabras eran tan agudas, con tanta desesperación. De verdad, reales.

No sonaban falsas en absoluto.

Él frunció el ceño con irritación, pero sus ojos seguían fijos en el celular. Algo lo estaba royendo por dentro.

En la sala de parto, los instintos afilados de Elena captaron este momento de distracción de inmediato.

Un destello de celos venenosos iluminó sus ojos.

Pero ella rápidamente lo enmascaró con la expresión practicada de preocupación gentil.

—Marcos, estoy perfectamente bien aquí. Los curanderos y las parteras de la manada me están cuidando excelentemente. ¿Quizá deberías ir a ver a mi hermana? Sus gritos hace un momento fueron bastante aterradores. Después de todo, ella sigue siendo tu pareja destinada.

Marcos reprimió con fuerza esa extraña incomodidad que le crecía en el pecho. Su tono se volvió cortante con irritación.

—¿Ir a verla? ¿Para verla montar un espectáculo? ¡No pierdas mi tiempo! Solo está siendo dramática como siempre. ¿Qué podría estar mal con ella? ¡Simplemente no soporta verte feliz! Concéntrate en dar a luz y deja de preocuparte por alguien así.

Elena estudió cuidadosamente su expresión.

Quiso añadir más veneno a sus pensamientos, pero una poderosa contracción la atacó de repente. No tuvo otra opción que dejar a un lado sus maquinaciones y concentrarse en traer a su hijo al mundo.

El parto transcurrió sin problemas. En pocos minutos, un fuerte llanto de bebé resonó desde la sala de parto.

Una partera de la manada salió con el infante limpio y envuelto, su rostro brillando de alegría.

—¡Felicidades, Alfa Marcos! Es un bebé varón sano. Madre e hijo están perfectamente a salvo.

Al mirar al pequeño y arrugado bebé en sus brazos, el corazón de Marcos se derritió a pesar de todo.

Exhaló un largo suspiro de alivio y se volvió hacia el Beta Connor con una urgencia que ni él mismo reconocía.

—Ve a revisar a Lydia inmediatamente. Dile que Elena ha dado a luz con éxito. ¿No siempre hace tanto alboroto por querer tener un hijo? Bueno, ahora la sala de parto está disponible. ¡Dile que se apure y dé a luz! ¡Deja de alargar esto y de actuar!

El Beta Connor partió rápidamente.

Marcos meció al recién nacido, pero esa extraña incomodidad continuaba atormentándolo.

Se seguía asegurando a sí mismo de que yo estaba definitivamente bien. Probablemente estaría holgazaneando con mi celular, esperando con arrogancia a que él viniera arrastrándose con arrepentimientos y disculpas.

Una mujer como yo nunca arriesgaría su propia vida de verdad.

Después de lo que pareció una eternidad, finalmente se escucharon pasos frenéticos y caóticos desde el final del pasillo.

El Beta Connor regresó, pálido como la muerte misma. Parecía como si hubiera presenciado algo absolutamente horrible.

—Alfa Marcos…

Abrió la boca varias veces pero parecía demasiado impactado para articular palabras coherentes.

Marcos se sintió extremadamente intranquilo.

Gritó impacientemente.

—¿Dónde está? ¿Qué clase de trucos está haciendo ahora? ¡Habla!

El Beta Connor temblaba visiblemente ante el tono severo de su Alfa y de repente colapsó de rodillas.

—Alfa… Luna… ¡Luna está muerta! ¡Había tanta sangre cubriendo la habitación ceremonial! ¡El cachorro murió con ella también!
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