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"Perspectiva de Alicia"Escuché en silencio, sin decir una palabra.Cuando Lucas terminó y me miró con esa expresión llena de esperanza, finalmente hablé, con voz baja y calmada.—Lo que pasó, no lo voy a perdonar, pero tampoco pienso seguir guardando resentimiento. Yo tengo mi vida y no quiero perder más el tiempo en esto.Lucas se quedó callado un buen rato. Luego, suspiró profundo y sacó un cuaderno de su maletín.Lo reconocí al instante.Era el cuaderno que le regalé a César cuando empezamos a salir. Gasté mi sueldo en comprarlo, fue el primer detalle que tuve con él.En su momento, César se emocionó un montón. Dijo que lo iba a cuidar, que lo llenaría con todos nuestros recuerdos y que algún día se lo mostraríamos a nuestros hijos, para que supieran lo mucho que nos queríamos.— Cuando te fuiste, César se volvió loco de remate. Todos los días se la pasaba escribiendo en este cuaderno. No sé bien qué ponía, pero el día que vino a buscarte, dijo que apenas te trajera de vuelta, te l
"Perspectiva de Alicia"Poco después, César y yo fuimos trasladados en helicóptero al hospital más cercano. Apenas aterrizamos, el personal médico lo llevó rápidamente en una camilla, corriendo hacia la sala de operaciones.Puertas cerradas, firmas, huellas dactilares... La cabeza me daba mil vueltas. Después de seguir al pie de la letra todas las indicaciones de los médicos, el cuerpo no me dio más. De repente, todo se puso negro y me fui al piso.—¡Ay, por favor, ayuda, aquí hay alguien desmayado!Cuando desperté, ya era el día siguiente.Una enfermera me explicó que la cirugía de César había salido bien y que ya lo habían pasado a una habitación normal. Podría ser mañana, o tal vez nunca más vuelva a abrir los ojos.Al escuchar eso, el corazón se me fue al piso. A fin de cuentas, él me había salvado, y sentí la obligación de ir a verlo.Abrí la puerta de la habitación y el olor a desinfectante me llegó de golpe. Me quedé parada allí un momento, en silencio, pero al final me animé a
"Perspectiva de Alicia"Al mirar al niño, me di cuenta de que estaba abrazando una pila de muñecos, y al fijarme en el suelo, vi más juguetes regados por doquier. De repente, me golpeó el recuerdo: su mamá había fallecido, y esos juguetes eran el único tesoro que le quedaba, su último recuerdo.Le pedí a Hugo que lo llevaba que lo sujetara firme mientras yo recogía los juguetes. Le prometí al pequeño que me encargaría de llevarlos de vuelta al refugio de niños.Cuando se fueron, tomé un costal y empecé a llenar la bolsa a la velocidad del rayo. Justo cuando estaba por echarme la bolsa al hombro para salir, ¡el derrumbe reventó el ventanal con un estallido!En ese instante, el mundo se detuvo. El pánico me congeló hasta los huesos, y solo pude observar cómo esa masa turbia, espesa, llena de troncos rotos y piedras, rugía ferozmente al pasar por la ventana, arrastrando y destruyendo todo a su paso, como una bestia salvaje que embestía contra mí.El olor a tierra húmeda y descomposición
—¿Por qué vino a buscarme?Pues porque César necesitaba respuestas.¿Por qué lo había dejado de repente? ¿Por qué me había marchado sin decirle ni una sola palabra? ¿Por qué todos se habían empeñado en que no viniera a buscarme? Y lo más importante de todo: quería saber si yo todavía sentía algo por él.Pero cuando esos pensamientos le llegaron a la boca, simplemente se le secó la voz.Pasó un buen rato, y finalmente César habló, con la voz temblando, casi rota.—Quiero que vuelvas a casa conmigo.Empezó a contarme cómo fue que descubrió la verdadera cara de Gloria, cómo se libró de ella y de su hija. Habló del profundo arrepentimiento que sentían él y los ancianos. Y de cómo, en los últimos meses, se dedicó a buscarme como un loco, devorado por la desesperación.Apreté con fuerza el celular que tenía en las manos, tratando de calmar el temblor que me recorría el cuerpo. No era alivio ni tristeza, sino la sensación de que el dolor acumulado por todos esos años había vuelto a abrir una
"Perspectiva de Alicia"La inspección y las negociaciones fueron viento en popa, y César decidió, sin darle muchas vueltas, que a partir del mes siguiente iba a donar un millón al año para asegurar que todos los huérfanos pudieran terminar la universidad.El contrato se cerró sin problemas. María y los maestros los invitaron con mucho entusiasmo a cenar en el comedor recién remodelado.Durante todo el camino, César se notaba que quería decir algo, pero se quedaba callado, visiblemente incómodo, sin saber por dónde arrancar.Finalmente, María, al caer en cuenta de su silencio, rompió el hielo.—Señor César, ¿vino por Alicia?Al escuchar ese nombre, los ojos de César se iluminaron al instante. Pero antes de que pudiera abrir la boca, María continuó:—Alicia me ha hablado de usted, y yo sé dónde está, pero ella no quiere verlo.Los dedos de César se cerraron de golpe, las uñas clavándose en la palma, causándole un dolor fuerte. Pero ni con eso, la angustia en su pecho, tan fuerte que casi
"Perspectiva de Alicia"Después de la comida, todos terminaron de recoger y se fueron. Justo cuando iba a regresar a mi cuarto, la directora María me llamó por detrás.—Alicia, necesito que hablemos.Unos minutos después, nos sentamos en una banca en una esquina de la cancha de deportes.—Alicia, ¿de verdad no vas a ir?María me hablaba con un tono lleno de nostalgia. Ella me había visto crecer, sabía lo mucho que me costó salir de ese lugar.Cuando por fin pude irme, regresé por el bien de este refugio, y a ella le preocupaba que terminara atrapada aquí, viviendo mi vida entre estas cuatro paredes.Por eso, cuando se enteró de que la familia Oliveira iba a mandar a alguien a dar una vuelta, se puso súper contenta. Al elegir a los maestros que recibirían a los visitantes, pensó en mí de primera.Me dijo que era tan talentosa que, si me elegían, tal vez hasta me daban la enhorabuena y conseguía un traslado a un lugar mejor. Me insistió en que, a mi edad, no podía "enterrar mi juventud"