Se connecter"Tu esposo te está engañando." Al principio, Catalina Suárez pensó que era una broma de mal gusto. Pero entonces, una avalancha de fotos inundó su celular. En las imágenes, Ricardo Pérez y Carolina Suárez aparecían íntimamente unidos por el amor. Besándose en el auto que ella compró con un préstamo, abrazándose en la cima de la noria de un parque de atracciones, tomados de la mano al pie de la Montaña que siempre soñó visitar. El corazón de Catalina se estremeció. ¿Acaso Ricardo de verdad la estaba traicionando?
Voir plusComparado con la furia de Ricardo, la actitud de Catalina era glacial. Ricardo había ido consumiendo poco a poco todo el afecto de Catalina con sus acciones. Ahora, por más que se enfureciera, ella no sentiría ni una pizca de emoción. —¿No entiendes? Quiero mi celular, ¿hay algún problema? —Vaya...Ricardo sintió como si le arrojaran agua helada en la cabeza y su ira se apagó.Sus ojos estaban llenos de confusión: —Catalina, ¿qué diablos estás haciendo? Para Ricardo, lo sucedido fue culpa de Catalina. Él solo hizo lo necesario. No fue excesivo. ¿Por qué ella parecía otra persona? —Ya sé, estás enojada porque anoche te encerré en el baño, ¿verdad? —¿De verdad no sabes por qué te encerré? —Si no le hubieras hecho algo a Carolina, ¿te habría encerrado para que te calmaras? —¿Ya eres adulta y no razonas eso? —Había muchos amigos y Carolina es joven. —Si tú, como hermana mayor, no recibías un castigo, ¿crees que anoche habrías salido bien librada? —Catalina, la empresa tiene
Después de regresar a la familia Suárez, Catalina siempre vivió con cuidado. Más tarde, con Ricardo, ella siempre cedió sin límites. Se acostumbró a hacer todo por sí misma, casi olvidando cómo se sentía recibir ayuda. No fue hasta conocer a Héctor que Catalina supo lo que era ser cuidada. Cuando se fundó RiCa, pocos la respetaban. Al saber que era la novia de Ricardo, la menospreciaban. Todos pensaban que era una trepadora que usaba a su novio para beneficiarse. Ella invirtió innumerables esfuerzos y noches en deshacerse de esa etiqueta. Ahora, con la identidad de la señora Mendoza y embarazada, si fuera con la gente de Ricardo, la tacharían de maquiavélica.Intentando ascender mediante el embarazo. Pero la gente de Héctor la trataba con respeto. No le importaba por qué se casaba con Héctor, solo sabía que era su esposa y llevaba al heredero de los Mendoza. Catalina se recostó en la almohada, sintiendo que había llegado a otro mundo. Una sonrisa se dibujó en sus labios, pa
El interior estaba vacío. Ricardo se quedó atónito: —¿Dónde está? —¿Dónde está Catalina? El gerente, al enterarse de que Ricardo había llegado, corrió rápidamente. Al ver el baño vacío, también se aturdió: —¿Dónde está? ¡Anoche estaba aquí! —Después de que se fueron, no tocamos esta habitación. —Lo cerramos con llave y nos fuimos. Ricardo entornó los ojos, sospechando algo extraño, y pidió al gerente revisar las cámaras de seguridad. El gerente regresó con el rostro pálido: —Las grabaciones desaparecieron. —¿Qué? Ricardo se sorprendió: —¿Cómo se puede? El gerente también estaba confundido: —Es extraño. —Las grabaciones de anoche no deberían haberse sobrescrito. —Revisamos todos los períodos, pero falta justo cuando Catalina fue encerrada y cuando se fue. Ricardo recordó algo: —Anoche vino el presidente del Grupo Mendoza, ¿verdad? —¿No lo viste en las cámaras? El gerente se iluminó: —Cierto, no aparecía. —Parece que, por orden del Sr. Mendoza, borraron su visita
El cepillo de dientes de Ricardo se cayó al suelo. Los recuerdos interrumpidos regresaron de repente. —¿Estás seguro de que le avisaste? El asistente respondió con firmeza: —Claro que sí, se lo notifiqué… Ricardo colgó con expresión complicada. —Ya lo sé, hablaremos cuando llegue a la oficina. El asistente al otro lado puso una mirada desdeñosa. Como empleados de la empresa, sabían muy bien quién había llevado a RiCa al éxito. Catalina solo había faltado unos días y ya había un lío tan grande. ¿Qué pasaría en el futuro? El asistente comenzó a considerar cambiar de trabajo. Ricardo salió del baño. Carolina aún dormía en la cama. Se acercó con sentimientos encontrados y le dio unas palmaditas en la mejilla. —Carolina, despierta. Carolina gimió adorablemente, abrazó la cintura de Ricardo y se acurrucó en su pecho: —Qué cansada estoy, Ricardo, déjame dormir un poco más, ¿bien? Ricardo se ablandó, pero al pensar en los problemas de la empresa, endureció el corazón y le dio






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