MasukOlivia Jiménez había nacido con una afección auditiva y solo recibía desprecio y miradas frías. A los veinte años, su madre la ató durante tres años al heredero de la familia Fernández usando un examen de embarazo. Sergio Fernández la odiaba con el alma, pero no pudo escapar del destino de casarse con ella. Después de la boda, a Sergio le encantaba mantener ambigüedades con distintas mujeres y era la única a la que jamás miraba de frente. Para mantener la imagen de buena esposa y por su hijo, Olivia lo aguantó una y otra vez. Hasta que su primer amor apareció. Y el hijo que Olivia había traído al mundo arriesgando su vida la llamó madrina a ella con cariño. Ella por fin entendió que su corazón no era frío, sino que siempre había ardido por otra mujer. Dejó los papeles del divorcio y se fue sin dudarlo. Sin embargo, él fue quien la buscó. Frío y dominante, la atrapó bajo su cuerpo y preguntó: —Olivia, ¿crees que el matrimonio es un juego? ¿Te casas cuando quieres y te divorcias cuando se te antoja? —¿Quieres divorcio? Eso será después del segundo hijo.
Lihat lebih banyakOlivia y Yolanda se sobresaltaron al mismo tiempo.Las dos miraron a Clara sin entender cómo había terminado en el piso. Solo vieron la sangre deslizándose por su frente y uno de sus tacones torcido, mientras ella se retorcía en el suelo soltando quejidos de dolor.Olivia, de carácter noble, avanzó por instinto para ayudarla.Apenas sus dedos rozaron el brazo de Clara, una voz ansiosa sonó no muy lejos:—¡Clara!En el siguiente segundo, una fuerza brutal la empujó al suelo.Su mejilla golpeó contra el piso.Un zumbido agudo le estalló en los oídos.—¡Olivia!Yolanda corrió a levantarla, miró con furia a Sergio.—¿Estás loco, Sergio? ¿Por qué la empujas?Pero él ni siquiera les echó una mirada. Solo tenía ojos para Clara, que estaba temblando con lágrimas en los ojos, acurrucada en sus brazos.—¿Estás bien?—Sergio, me duele mucho la cabeza. Y también el pie.—No te muevas. Te llevo al hospital.Antes de cargarla, Sergio lanzó una mirada irritada a Olivia y Yolanda.Una mirada que las
El pastel era pequeño y se veía muy delicado.Arriba tenía grabado el dibujo de un tiburón, el favorito de Víctor, y con solo verlo se sabía que era para él.—Listo. Víctor ya no puede esperar para comérselo.Fue entonces cuando Olivia por fin vio a Clara a un lado.Ella le sonrió y la saludó.—Qué coincidencia, Señorita Jiménez. Vine a comprarle un pastel a Víctor, ¿y usted?Ese tono sonaba como si ella fuera la verdadera madre del niño.La misma escena, Olivia ya la había vivido muchas veces.Pero aun así, sentía el corazón apretado, como si se lo torcieran.Miró a la mujer frente a ella, luego vio el pastel en sus manos y dijo en voz baja:—A Víctor no le gusta el pastel de chocolate.Clara mantuvo la sonrisa amable, pero lo que dijo después dolía como una puñalada.—Señorita Jiménez, usted solo ha estado con Víctor unos cuantos días. Dudo que sepa más que yo. ¿Cómo va a saber si le gusta o no el chocolate?—Además, los gustos cambian como cambian los corazones. Aunque antes no le g
Al otro lado.Yolanda se quedó mirando el celular que Olivia le había obligado a cortar y terminó brincando de coraje.—¿Para qué te preocupa ese maldito desgraciado? Es porque eres demasiado buena que él se atreve una y otra vez a pasearse con esa zorra solo para fastidiarte.—No me preocupa él. Solo no quiero meterte en problemas.Ella sabía que Yolanda quería desahogarse por ella. Pero Sergio no era alguien con quien Yolanda pudiera meterse así como así.Ahí estaban los ejemplos, vivos y claros, todavía internados en el hospital: la prima con la boca reventada, la madre y el hermano con brazos y piernas fracturados.—¡No le tengo miedo!Yolanda tomó el vaso de agua y dio un sorbo.Olivia le quitó el vaso y lo dejó sobre la mesa.—Ya no te enojes. Yo te invito a una bebida.—La quiero ya.—Está bien, voy a comprarla.—Quiero tomarla fuera.—Está bien.Hace un momento era Yolanda quien la consolaba. Ahora era Olivia quien trataba de alegrarla. Y le estaba funcionando.Las dos dejaron
También sabía que Sergio había salido de la oficina para buscar a Olivia.Pero ella no quería que él fuera.No solo logró detenerlo.También consiguió clavarle otra herida más en el corazón a Olivia.Eso sí que era matar dos pájaros de un tiro.***Yolanda vio que Olivia regresaba con el ánimo por el suelo.Dejó el pincel y preguntó con preocupación:—¿Qué pasó? ¿Tu mamá y tu hermano quedaron muy lastimados?Olivia asintió.Había sido bastante grave, pero no estaba triste por ellos.Yolanda creyó que sí.Le apretó las mejillas con frustración.—Tú, ¿cuándo vas a dejar de ser tan buena? Tu mamá y tu hermano te tratan así y aún te preocupa si quedaron muy mal o no.Olivia bajó la cabeza.No quería que Yolanda viera el brillo húmedo en sus ojos.No pudo ocultar el temblor en su voz.—Yolanda, vi a Víctor. Sergio y Clara estaban con él en la consulta.Yolanda se quedó sin palabras.Incluso dejó de intentar consolarla.Olivia, temiendo que la juzgara, explicó en voz baja:—Yolanda, sé que p






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