Share

Capítulo 4

Author: Gala Montero
En el carro, se retocó los labios para que su rostro pálido recuperara algo de vida.

Media hora más tarde, el taxi que había tomado se detuvo frente al Ébano Club.

Entró caminando sobre sus tacones. Empujó la puerta de un privado y encontró un grupo mixto; unos cantaban a todo pulmón, otros se dedicaban a beber.

Apenas abrió la puerta, la asaltó una mezcla cargada de humo, alcohol y perfume. No pudo ocultar una tos mientras buscaba con la mirada a Rodrigo entre toda la gente.

No encontró a Rodrigo, pero sí vio al famoso Patricio Garza, desplomado en un sofá.

Estaba recostado despreocupado, sin dejar de servirse trago tras trago.

Valeria se mordió el labio.

«Qué idiotas.»

Sabía que Rodrigo se había confabulado con Patricio para traerla allí con engaños, y eso la hizo enfurecer.

Se dio media vuelta, dispuesta a marcharse, pero Patricio ya la había visto.

Sus ojos nublados se avivaron al instante. Se acercó deprisa y la sujetó del brazo.

—Vale, no te vayas. Tenemos que hablar.

Valeria, con expresión dura.

—No tenemos nada de qué hablar.

Intentó soltarse. Le daba asco el simple contacto de Patricio.

Pero Patricio insistió, sin soltarla.

—Vale, escúchame, déjame explicarte. Lo de Camila y yo no es lo que crees. Ella fue la que se me insinuó.

—Basta ya.

Valeria frunció el ceño y encaró a Patricio.

—¿Sabes? Si lo admitieras, todavía te consideraría un hombre. Camila es una cualquiera, pero tú sólo le echas la culpa a ella. ¿Qué clase de tipo eres?

—¡Camila será una cualquiera, pero tú no eres tan diferente!

Valeria tuvo ganas de poner los ojos en blanco.

Pero pensó que sus ojos eran demasiado bonitos para desperdiciarlos en ese gesto, así que se contuvo.

Patricio se quedó confundido por un instante. Nadie le había hablado así jamás; no estaba acostumbrado. Además, antes era Valeria quien siempre había estado detrás de él.

Tenía un orgullo inmenso, y su paciencia ya se había agotado. El gesto se le ensombreció.

—Ya te pedí disculpas, ¿qué más quieres? ¿O de verdad piensas romper el compromiso?

—Valeria, ¿ya no te acuerdas de cómo me suplicabas para que te hiciera caso?

A Valeria la invadió la furia. Eso era el colmo. La sola mención le revolvió el estómago y hasta sintió ganas de vomitar.

La expresión de Patricio se ablandó otra vez y dio un paso para sostenerla.

—¿Qué tienes, Vale? ¿Estás bien?

Valeria retiró la mano con un movimiento brusco. Su cara bonita era una máscara de absoluto asco.

—Estaré bien si no te vuelvo a ver… ¡No vuelvas a mencionar el pasado! ¡Me da náuseas solo de pensarlo!

Ahora sí, Patricio montó en cólera.

—¡Valeria, no te pases de lista! ¿O qué? ¿Ya andas con otro tipo?

Al decir esto, volvió a aferrarle la mano. Su tono era cortante.

—¡Habla! ¿Quién es ese maldito imbécil?

Valeria resopló y lo miró con ironía.

—Eso a ti no te importa. Solo que te quede claro: fui yo, Valeria Rivas, la que te mandó al diablo.

Patricio pareció no oírla. Respecto a Valeria... ni él mismo sabía qué sentía.

La quería, sí.

¿Pero acaso no era normal para un hombre tan bueno como él conseguirse la cantidad de mujeres que merece?

Ellos, los niños ricos como él, nunca se preocupaban por el dinero. Así que siempre andaban buscando cómo matar el tiempo. Y las mujeres eran una buena opción.

Camila se le había ofrecido; él no la había buscado. Estaba seguro de que, con lo mucho que Valeria lo adoraba, una simple disculpa bastaría para terminar de una vez por todas con el asunto.

Jamás imaginó que esta vez Valeria hablaría en serio sobre terminar.

Él sí quería casarse con Valeria. Después de todo, desde que cumplió los dieciocho, se puso espectacular, y no había visto una cara tan bella como la suya.

Esa mezcla de inocencia y sensualidad. Y lo más importante, se moría por él. ¿Quién no envidiaría su suerte?

Al pensar esto, hizo una pausa.

—Nos ha costado mucho estar juntos. Te pido perdón, en serio Valeria. Cometí un error.

Y mientras lo decía, la acorraló contra la pared e intentó besarla.

Confiaba en que, después de mostrarse tan sumiso, Valeria por fin se calmaría. Pero no vio venir que ella levantaría la pierna y le soltaría un rodillazo directo en la entrepierna.

El dolor agudo hizo que Patricio palideciera como el papel, para luego enrojecer de golpe.

Valeria resopló.

—¡Pues te lo mereces!

Dicho esto, se dio la vuelta para escapar, pero chocó de frente con alguien.

Se sobó la cabeza adolorida por el impacto y alzó la mirada. Se encontró con la cara de alguien, de una perfección casi irreal.

Damián no dijo nada. Solo la observaba con sus ojos distantes, en los que bailaba la sombra de una sonrisa indescifrable.

Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • Términos de Rendición   Capítulo 100

    —Suéltame. —Valeria sonaba claramente fastidiada.Principalmente porque el encuentro anterior con Damián la había dejado exhausta; ahora solo anhelaba un buen descanso.—Al menos soy mayor que tú, ¿crees que puedes hablarme de esa manera?Ahora que Arturo no estaba en casa, Regina prescindía de la dulzura fingida que solía exhibir en su presencia.Valeria le dedicó una mirada de reojo.—¿"Tú"? No me hagas reír.—Mira…Regina estiró un dedo acusador hacia ella, a punto de responder, cuando los pasos de Arturo resonaron a sus espaldas.El semblante de la mujer se transformó al instante, y su voz adquirió un matiz lastimero.—Vale, solo quería que habláramos tranquilas, no te enojes, por favor. Es que veo a tu papá tan agobiado últimamente con lo de la empresa… Pensé que si tuvieras algo de dinero, podrías echarle una mano, y así él no estaría tan…—¡No le ruegues!Regina no había terminado su perorata cuando una voz grave y autoritaria la interrumpió.Arturo avanzó con calma, clavando en

  • Términos de Rendición   Capítulo 99

    Además, la situación entera le producía un profundo desagrado, así que, de una vez por todas, quemó la tarjeta sin miramientos.Pero él era demasiado peligroso. Una probada bastaba; encapricharse era impensable.Podría terminar muy mal para ella. Patricio no era precisamente un modelo a seguir, pero Damián... él era harina de otro costal, y mucho más turbio.Si el empresario había dicho que no quería deber favores, lo mejor era saldar cuentas y que cada quien siguiera su camino, sin deudas pendientes.—Aquí tiene su tarjeta. Lo demás… digamos que estamos a mano.Él la miró, alzando el mentón, sin pronunciar palabra.La intensidad de su mirada la inquietó. Hizo una breve pausa, recogió las bolsas con sus compras y se puso de pie.—Bueno, si no hay nada más, me retiro.—Adiós.Dicho esto, se dio media vuelta y se marchó sin más.Damián la observó alejarse a través del enorme ventanal. Sus dedos largos danzaban rítmicamente sobre la pulida superficie de la mesa.—Dong, dong—Siempre había

  • Términos de Rendición   Capítulo 98

    Cuando pasaron frente a una farmacia, Valeria se dirigió hacia Damián.—Para aquí, por favor.—¿Pasa algo?Aunque preguntó, pisó el freno con la misma presteza de siempre.Valeria se calzó los tacones y bajó del carro. Apenas puso un pie en el suelo, las piernas casi le fallaron y estuvo a punto de caer de rodillas.Se apoyó en la puerta para estabilizarse y le lanzó una mirada fulminante a Damián. Al verlo con esa expresión de santurrón imperturbable, no pudo evitar morderse el labio con rabia.«Este tipo es un cínico», pensó. Tan descontrolado hace un momento y ahora fingiendo esa actitud de que no rompe un plato.Si no fuera por el dolor punzante en la cintura, que le recordaba lo que acababa de suceder, casi se dejaría engañar por su fachada.Resopló y, con un contoneo afectado de sus tacones, entró en la farmacia.Cuando regresó al carro, traía en la mano una caja de pastillas anticonceptivas de emergencia.Damián se giró para observarla.—¿Qué es eso?Ella lo miró de vuelta.—Señ

  • Términos de Rendición   Capítulo 97

    Complacido, deslizó su mano larga y elegante bajo el asiento, y el respaldo, que estaba vertical, se reclinó de golpe. Valeria, tomada completamente por sorpresa, quedó tendida bajo Damián.En una postura muy comprometedora.Él era un hombre de una belleza tan extraordinaria que, al mirarlo desde abajo, directamente a los ojos, Valeria fue incapaz de articular palabra ofensiva alguna.Se limitó a fulminarlo con la mirada, enojada.—Damián, ¿no crees que te estás pasando de la raya?Él rio entre dientes.—¿Pasarme de la raya? Claro que no.Su voz poseía un magnetismo seductor, casi hipnótico. Valeria aún estaba cautivada por el encanto de su timbre, sin poder reaccionar, cuando él volvió a inclinarse sobre ella.Se aflojó un poco la corbata, dejando al descubierto su cuello.El aire que respiraba Valeria se impregnó de su perfume masculino, intenso y penetrante. Supo de inmediato lo que vendría después.No era la primera vez. Llegados a este punto, negarse sería imposible.Después de to

  • Términos de Rendición   Capítulo 96

    Valeria se quedó sin palabras.«¿Ahora resulta que soy su chófer?»Pero al verlo tan afectado por la reciente infidelidad, y claramente de mal humor, decidió arrancar el carro sin más. Al fin y al cabo, él acababa de ayudarla.Una vez que el carro salió del estacionamiento subterráneo, recordó voltearse para preguntarle a Damián:—¿A dónde vamos?—A la villa.Ella asintió, suponiendo que se refería a la misma residencia que había visitado anteriormente, así que no hizo más preguntas.El silencio se apoderó del interior del carro, interrumpido solo por el compás suave de sus respiraciones.Cuando llegaron al estacionamiento subterráneo de la residencia y Damián no hizo ademán de bajar, Valeria se giró para observarlo. Él poseía una estructura ósea envidiable: una nariz recta y elegante, ojos profundos y penetrantes. Incluso de perfil, su atractivo era de esos capaces de cautivar a la más pura de las mujeres. Sin embargo, la tensión en la línea de sus labios revelaba su pésimo estado de

  • Términos de Rendición   Capítulo 95

    No muy lejos de su carro, dos personas forcejeaban.Valeria los reconoció al instante. ¿Quiénes más podían ser, sino Jimena y Pedro? A juzgar por la escena, la relación entre ellos no parecía ser precisamente casual.La mano con la que sacudía la ceniza de su cigarro se detuvo en seco. Por un instante, olvidó su situación, con sus ojos bien abiertos, lista para devorar el jugoso drama que se desarrollaba ante ella.—¿Qué quieres decir? ¿Quieres que me case con Damián? ¿O qué?La voz de la mujer, aguda y penetrante, llegó nítidamente hasta los oídos de Valeria.Pedro se pellizcó el puente de la nariz.—Jimena, ya cálmate.—¿Que "yo" me calme?Jimena rio con sarcasmo.—Pedro, si de verdad fueras hombre, entrarías a decirle a mi papá que te quieres casar conmigo.Valeria sintió que la mandíbula se le desencajaba.«¡Menudo bombazo!»«Jimena es la prometida de Damián... ¿Entonces se había arreglado con Pedro para ponerle los cuernos?»De inmediato recordó el golpe que había recibido la noch

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status