La señora Figueroa también sonrió; ambas eran de edades similares y, tras un breve intercambio, ya estaban enfrascadas en el chisme.Beatriz, disipando la contrariedad que había mostrado antes, se dirigió al diseñador.—No te preocupes. Si son conocidos, podemos esperar un poco.Luego, volviéndose hacia Valeria y Patricio, añadió:—Vale, ¿por qué no van viendo qué estilos les gustan? Adelante, echen un vistazo.Al oír esto, la señora Figueroa dirigió una mirada a Valeria y, con una sonrisa, le preguntó a Beatriz:—¡Qué alegría, Beatriz! ¡Menuda nuera tan guapa se encontraron! Oí que ya pronto es el compromiso, ¿verdad?Beatriz rio con genuina felicidad.—Así es. De hecho, justo pensaba en hacerles llegar la invitación.Entre risas y confidencias, se apartaron para tomar un café y ponerse al día con los últimos chismes.Valeria no tuvo más remedio que dejarse llevar por Patricio para ver los vestidos.Para su alivio, Damián, fiel a su estudiada pose de indiferencia y autocontrol en públ
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