Valeria se volteó y la miró.Vio que Camila levantaba la cabeza con aire de desafío.—Hermanita, yo no tengo nada que hacer en la tarde, de todas formas. Papá me dijo que los acompañara a ti y a mi cuñado de compras. No les molesta, ¿verdad?Valeria la observó por el retrovisor y, al percibir la envidia que casi se le desbordaba a la otra, esbozó una media sonrisa.—Si sabías que ibas a molestar y de todas formas te subiste, pues qué descarada eres.Nunca se andaba con rodeos con Camila.Ella se quedó sin palabras, contrariada.Valeria, de excelente humor, levantó una mano para admirar su manicura recién hecha y añadió con fingida generosidad:—Pero bueno, si tantas ganas tienes de ir, pues adelante.Patricio, por su parte, en realidad no quería que Camila fuera. Pero como Valeria ya había accedido, él no consideró prudente añadir nada más, así que se limitó a arrancar el carro y ponerse en marcha.Durante todo el trayecto, Camila permaneció en el asiento trasero, con la mirada fija y
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