En el interior del Palacio de la Concordia, ya habían cambiado la ropa de cama.Serafina salió del baño y se vistió con sus ropas formales.Valeria le sirvió una taza de té caliente, con cara preocupada.—Majestad, ¿en serio… ha compartido el lecho con Su Majestad?La cara de Serafina no mostraba emoción alguna.—No necesitas preguntar sobre eso.Al oírla, Valeria quedó aún más confundida, pero si su señora no quería hablar, no insistió.De repente, se oyó un golpe en la puerta desde afuera.—¡Majestad, Amparo desea verla!El corazón de Valeria dio un vuelco.—Esta visita no puede ser por otra razón más que por lo de anoche… Majestad, ¿quiere recibirla?Serafina sorbió su té, que aún estaba caliente, calmando la garganta. Luego respondió tranquila:—Que pase.***En el salón solo estaban Serafina y Amparo.Apenas vio a la emperatriz, Amparo se puso iracunda, como si fuera a lanzarse encima para atacarla.—Vaya, Su Majestad parece estar muy satisfecha.Serafina seguía sentada, con la mi
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