Cuando vio a Jimena, Claudio la miró, serio y con autoridad.—Jimena, ¿sabes cuál es tu crimen?Dos guardias la sujetaron, y por instinto ella miró a Serafina.¿Qué estaba pasando?Si todo tenía que ver con el engaño de la emperatriz, ¿por qué la estaban arrestando a ella?—Su Majestad, no sé qué he hecho mal...Sabina también se veía confundida.—Su Majestad, ¿por qué está arrestando a Jimena? ¿Qué hizo?El tema de la sustitución no podía revelarse, pero Sabina era de confianza, así que Claudio habló sin reservas.—Ya sé sobre la sustitución de la emperatriz.Sabina se quedó aún más confundida.—Si lo sabe, ¿por qué no…?Claudio la interrumpió.—¿No te interesa saber qué pasó con la verdadera Beatriz? Si no, pregúntale a Jimena.Sabina miró a Jimena, desconcertada.—¿Qué… qué está pasando aquí?Jimena no entendía nada.¿De verdad Claudio ya sabía lo de la sustitución?Con un engaño así de grande, ¿por qué seguía tan tranquilo?¿No debería estar furioso, pidiéndole cuentas a la emperat
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