Pero esta vez, aunque Alejandra regresara, ya no tenía sentido.Mientras manejaba, Zoraida le sonrió a Inés y dijo:—Ahora que tú y Sebastián ya se casaron legalmente, si Alejandra tiene un poco de dignidad, desaparecerá para siempre. Pero si todavía se atreve a seguir insistiendo, pues la partimos entre las dos, ¿te parece?Con la posición de Zoraida, enfrentarse a Mariana era un poco complicado, pero lidiar con los Guzmán... eso era como aplastar a una mosca.Inés soltó una risa, aunque no negó nada.Después de todo, aunque su matrimonio con Sebastián era solo una alianza, como su socia oficial, ella podía ignorar a otras mujeres que se acercaran a él... excepto a Alejandra. A esa, sí que podía aplastarla sin el menor remordimiento.—Ojalá que esa tal Alejandra sea lo suficientemente lista para detenerse aquí mismo —dijo Inés con sinceridad.Zoraida no respondió, pero en el fondo, sabía que esa esperanza estaba destinada a romperse.Justo en ese momento, el auto se detuvo frente al H
Baca selengkapnya