All Chapters of De Su Amor a Su Venganza: Chapter 301 - Chapter 310

Mariana había contactado en secreto a un montón de periodistas.Inés ya lo había notado aquella vez que cenaron en casa de los Altamirano: la sonrisa de Mariana era demasiado extraña, nada natural. Sospechando algo, se puso a investigar y no tardó en dar con un dato importante.—Mariana, claro… —murmuró, sentada en el regazo de Sebastián mientras él le masajeaba suavemente la cintura—. Está emperrada en vengarse de mí por lo del centro de detención y porque le tuvieron que extirpar el útero.—Sebastián, con tu apoyo y tu inversión ya alcanza para que el arte de Matías Morel atraiga a muchísimos medios, nacionales e internacionales. Todos planean cubrir la inauguración con cobertura a lo grande. ¿Para qué tiene que andar Mariana moviendo fichas por detrás? Así que los periodistas que contrató son de lo peor, igual que ella.Al fin y al cabo, de cara al público, Inés no era el misterioso Matías Morel, sino —según ellos— una oportunista que se cuelga del nombre de Matías Morel. Pero los m

Inés estaba completamente agotada.Entre sueños, apenas distinguía si aquel timbre volvía a sonar o si solo lo imaginaba. Ya arropada bajo las sábanas, sentía los brazos de Sebastián rodeándola y así, envuelta en su calor, se quedó dormida sin darse cuenta.Al despertar al día siguiente, Sebastián ya se había marchado a trabajar, como de costumbre. Sin embargo, en la cocina la esperaba un desayuno delicioso, preparado por él mismo.Después de desayunar y recargar pilas, Inés se dirigió al castillo para encontrarse con Zoraida y contarle la buena noticia: había conseguido otro encargo.Zoraida abrió los ojos como platos y, eufórica, la abrazó entre risas.—¡Eres increíble! Hacer una escultura emblemática para el Grupo Altamirano, ¡ese hombre no solo te está llevando a la cima, te está convirtiendo en la cima! ¡No es tu esposo, es tu amuleto de la suerte!Últimamente, las redes estaban llenas de videos de mujeres contando cómo habían cambiado antes y después del matrimonio: jóvenes, bril

—Mateo, ¿qué clase de lío es este? —murmuró Elías, de pie frente a la puerta de la suite, sin atreverse a mirar hacia adentro. La escena dentro resultaba tan absurda que solo podía quedarse en el pasillo, desahogándose en voz baja con Mateo.El día anterior, cuando había intentado hablar una vez más con Zoraida, ella lo había fulminado con la mirada y, con una sonrisa burlona, le había soltado, sin pestañear, que Sebastián no era su “amigo” único, que tenía a un “amigo” en coma aún más cercano a Sebastián y que ese “amigo” acababa de despertar.—Casi le contesté de inmediato —admitió Elías con un suspiro—. Pero me mordí la lengua a tiempo.Su voz bajó aún más.—Porque en cuanto mencionó al “amigo en coma”, supe de quién hablaba. Lo que no entiendo es por qué Sebastián salió con que era su amigo. ¿Y por qué no me avisó antes? Si sin querer se me escapaba algo frente a Zoraida, ella se lo habría contado a Inés, ¡y la noticia habría estallado en cualquier momento!—Lo sé —respondió Mateo

Karla pensaba que, si Sebastián había podido casarse con Inés por gratitud, entonces también podía divorciarse por esa misma razón y convertirla en su mujer.Sebastián alzó la vista hacia los señores Barrera, que lo observaban con cierta culpa reflejada en el rostro. Luego volvió la mirada hacia Karla, cuyos ojos lo taladraban con desesperación. Habló despacio, con voz baja pero cortante.—Yo solo me casaría con una mujer por amor, nunca por agradecimiento. Amo a Inés, por eso me casé con ella. Pero a ti nunca te he amado. ¿Por qué querría casarme contigo?En realidad, Sebastián llevaba años notando el afecto que Karla sentía por él. Pero, en aquel entonces, él no podía confesar sus sentimientos por Inés y, además, Karla era apenas una adolescente.Como no veía posibilidad alguna de estar con Inés, prefirió no ser cruel. Evitó hablar con dureza, pensando que, con el tiempo, Karla maduraría, encontraría a alguien más y todo quedaría atrás.Ahora, sin embargo, al mirar el anillo en su de

—¡Tú! —Karla se quedó pálida al escuchar el tono profesional y, a la vez, sarcástico de Mateo. Le temblaba la mano mientras lo señalaba con furia.Pero Mateo no le debía nada a los Barrera, y su papel como asistente estrella del Grupo Altamirano lo mantenía firme y profesional.—Señorita Barrera —respondió con voz clara y severa—, durante cinco años nadie pudo razonar contigo porque estabas en coma, pero ahora deberías entrar en razón. El señor Altamirano ya dejó claro: la mujer a la que ama no eres tú. ¿Por qué seguir aferrada a ser su mujer? Si lo aceptaras como hermano, tendrías un apoyo sólido, podrías rehacer tu vida, encontrar un hombre digno y vivir bien. A veces, conformarse con lo que uno tiene es la verdadera sabiduría.Karla apretó los dientes, los ojos enrojecidos, y sin pensarlo tomó el vaso de agua de la mesita de noche y se lo lanzó a la cabeza.—¡Hablas como si fuera fácil! —gritó con voz desgarrada—. ¡Yo amo a Sebastián! ¿Cómo quieres que soporte el dolor de tratarlo c