—Inés, Inés, ¿me escuchas? ¿Estás bien? —La voz de Sebastián temblaba de angustia, aunque sus manos, al sostenerla, se mantenían firmes, con ese cuidado de quien teme que un solo movimiento pueda dañar a la persona más valiosa de su vida.Inés, con la respiración entrecortada, negó lentamente con la cabeza. El dolor en su garganta era insoportable, pero tras unos segundos logró recuperar el aire y mirarlo con esfuerzo.—E-estoy bien, no te preocupes —susurró con una sonrisa débil.Sebastián no respondió. Sus ojos se enrojecieron al verla así, luchando por hablar, aun intentando tranquilizarlo. Por primera vez, una lágrima rodó por su mejilla, silenciosa, sincera.Dejó a un lado la botella de agua que había traído para ella y, sin pensarlo, la estrechó con fuerza entre sus brazos. El aire de la habitación, que momentos antes estaba cargado de tensión y miedo, pareció calmarse por fin.Pero esa paz duró apenas un instante. Una voz ronca, llena de desesperación, rompió el silencio.—¡Se…
Read more