Al recibir la terrible noticia, Celia se dirigió directo a la morgue del hospital. Al entrar, vio a Rosa, pálida, custodiando junto al refrigerador. Por más que los médicos intentaban persuadirla, se negaba a moverse.—Doctora Sánchez, es su familiar. Quizás usted pueda convencerla.Los médicos presentes miraron a Celia con compasión.Después de que los médicos se fueran, Celia caminó paso a paso hacia el refrigerador. Al ver al hombre de mediana edad que estaba adentro, quien tenía ese rostro tan familiar que le provocaba amor y odio a la vez, apenas pudo contenerse.Había visto miles de muertos antes. En el hospital, cada día morían muchas personas por enfermedades, accidentes o porque los esfuerzos de reanimación fallaban. Pero ver a un familiar muerto ante sus ojos era una experiencia y un impacto completamente diferentes.El corazón de Celia palpitaba de forma agitada. Tenía que inhalar profundo para calmarse, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.—Mamá, ¿qué ocurrió? Es
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