Después de decir esto, ignoró a todos los demás y colocó el termo que había traído sobre la mesa.—Estrella, aún no has desayunado, ¿verdad? Te traje el desayuno.Ella respondió con gratitud:—Gracias, señor Sánchez.Al ver que quien iba a visitar a Estrella era un hombre desconocido, Aureliano no pudo evitar burlarse:—¡Vaya, vaya, vaya! Aún no se ha divorciado de Rodrigo y ya encontró al siguiente. Este es un hospital, por más urgente que sea, debería saber disimular un poco frente a la gente, ¿no?Aureliano hizo una pausa, recordando que Rodrigo estaba presente, al final no dijo algo demasiado ofensivo, pero con desprecio añadió:—Estrella, ¿no tienes vergüenza?Andrés no le prestó atención a Aureliano, sino que miró a Rodrigo con una sonrisa ambigua.—Señor Herrera, por más que no le guste Estrella, no es necesario que cuando ella está herida y hospitalizada, en su momento más vulnerable, se una con su amante y los amigos de ella para intimidar a su propia esposa, ¿no le parece?La
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