La implicación era que sin que alguien le enseñara, Mateo no podría saber esas cosas de la nada. Rodrigo no dijo nada, pero sus labios estaban apretados y el aire que se había vuelto, súbitamente, frío a su alrededor mostraban su descontento. Mateo era un niño perspicaz, aunque Rodrigo no había hablado, también sintió su disgusto. Abrió la boca, queriendo explicar instintivamente.—No fue mamá quien lo dijo, fue...Antes de que terminara de hablar, Isabella lo interrumpió.—Mateo, lo sé, estas palabras no las dijo la señorita Mendoza, seguramente fue algún transeúnte que habló sin sentido, ¿verdad?Mateo no entendió la implicación de Isabella, pensó que ella era realmente increíble por saber incluso eso, así que asintió muy seriamente.—Exacto, fue algo que escuché de otras mesas de transeúntes en el restaurante hace un momento.Isabella dijo gentilmente: —Mateo, te creo.Mateo estaba a punto de sonreír, pero como si recordara algo, su expresión se volvió seria. Miró a Isabella sentad
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