El terco Mateo habló, furioso:—¡No voy a pedirle perdón!Estrella no lo obligó, solo le respondió enseguida:—Entonces, hazte a un lado.Antes, Estrella siempre estaba pendiente de Mateo, corriendo como loca de un lado a otro por él. Pero ahora, le hablaba como si no lo conociera y hasta le decía que le pidiera perdón a otro niño. Mateo no podía aceptar un cambio tan radical.—¡No quiero que lo cuides a él! —gritó, molesto.Estrella le respondió, tranquila, sin alterarse:—¿Y por qué tendría que hacerte caso?—¡Porque tú eres mi mamá!—¿Yo soy tu mamá? —dijo Estrella, sonriendo—. Aja… ¿No decías que solo soy una niñera?Mateo quedó mudo, sin saber qué responder.La enojada Isabella, que parecía ya no aguantar más, dijo:—Señorita Mendoza, los niños a veces no saben cómo expresar lo que sienten. Mateo aún es pequeño, ¿por qué tomarse tan en serio lo que dice?Estrella la miró con desprecio y contestó:—Señorita Reyes, esto es un tema familiar. Como alguien de afuera, no tienes derecho
Read more