—Fue mi culpa, fui muy descuidada y derramé la medicina sobre tu abrigo… ¿por qué no me lo das? Puedo lavarlo por ti.Estrella estaba afuera, pasmada, sin poder ver las caras de ellos.Rodrigo se quedó callado por un buen rato antes de responder, con voz breve:—Tranquila, no hace falta.No se notaba enojado, hablaba sereno, como siempre. Como si solo se hubiera ensuciado un abrigo cualquiera.—He visto que últimamente usas mucho ese abrigo, seguro te gusta, ¿no es así? Rodrigo, fui yo la que lo ensució, déjame hacerme cargo. Te prometo que lo dejaré como nuevo…No se supo por qué, pero la voz de Isabella cambió de golpe, como si fuera a llorar.—Rodrigo, ¿ya no me quieres? ¿Por eso no quieres darme el abrigo?—No te preocupes no es eso.Isabella sollozó un par de veces.—¿De verdad no lo es?—Ajá.—Entonces… ¿puedo quedarme con el abrigo para lavarlo?Esta vez el silencio se alargó mucho más.Al final, Rodrigo solo dijo:—SíIsabella sonrió entre lágrimas.—Entonces te lo devuelvo cua
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