Julieta sonrió, algo incómoda. La última vez que lo vio fue de noche. Recordaba más o menos su cara, pero su voz… su voz era inconfundible: profunda, tentadora, tan única que nadie más podía copiarla. Esa voz la tenía grabada en la memoria.—Perdón, no te reconocí al instante… señor, ¿viniste a buscarme? —preguntó con cautela.Aunque él tenía ese aire de chico malo, Julieta sentía, sin saber por qué, que era alguien confiable. Y esa sensación también la dejaba algo inquieta.A Daniel no le gustó nada eso de “señor”.—Dime Dani.Julieta abrió los ojos, sorprendida.—¿Cómo…?Daniel la miró, con aire peligroso.—¿Qué pasa? ¿No quieres?Su tono era firme, y la mirada aún más.Julieta se quedó un poco impactada. ¿Qué significaba eso?—Dime así, quiero escucharlo —le pidió Daniel, bajando la voz. Sus ojos no se apartaban de ella, llenos de felicidad.Estaba tan cerca que Julieta pudo ver con claridad su cara. De inmediato recordó cuando lo cuidó en el pasado. Esos ojos grandes siempre la mir
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