All Chapters of La Dama que Nunca Cayó: Chapter 81 - Chapter 90

Pero Tomás se sintió decepcionado. La que subió al escenario fue la directora ejecutiva de Estudios Luz, Elizabeth, que también era asistente de Julieta.El presentador sonrió de inmediato y dijo con entusiasmo:—Estimados invitados, queremos informarles algo: la diseñadora L, por un tema urgente e inesperado, no podrá subir al escenario a recibir su premio. Sin embargo, este trofeo tan especial será recibido en su nombre por la directora ejecutiva de Estudios Luz, Elizabeth.El público respondió con aplausos de admiración.Elizabeth se acercó al micrófono y habló con voz firme:—Quiero dar las gracias a todos por la confianza que han puesto en Estudios Luz. La fundadora de Estudios Luz es la talentosa diseñadora L. Ella, buscando siempre nueva inspiración, viaja constantemente para alimentar su creatividad. Esta colección, “Diosa Floral”, que hoy los sorprendió, nació de una explosión de inspiración de L. Estoy segura de que notaron lo original y especial que es. Por favor, sigan aten

Julieta se quedó mirándolo, sin poder creer lo que estaba oyendo, y le dijo de una:—¿Que por qué te mentí? Tomás, ¿acaso no fuiste tú el primero en engañarme?No entendía con qué derecho él venía a reclamarle algo así.Tomás, con los ojos llenos de furia, le dijo:—¿Por qué nunca me dijiste que eras diseñadora?Le costaba creerlo, pero lo que más le dolió fue descubrir lo talentosa que era.Julieta se echó a reír con amargura.—¿Que no te lo dije? Tomás, trabajé años enteros en la oficina junto a la tuya. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Nunca escondí que tenía trabajo. Fuiste tú el que decidió que solo podía ser la ama de casa perfecta, la que giraba alrededor de ti. Me levantaba temprano, te cocinaba, limpiaba la casa, te cuidaba para que tú solo pensaras en tu trabajo. Hasta cuidé a tu hermana y a tu mamá para que no te preocuparas por nada. ¿Alguna vez me diste las gracias?—Jamás. Porque para ti, yo no valía nada. Solo era el reemplazo de Emilia, tu niñera, tu juguete.

Lautaro, con esa actitud altanera de siempre, se quedó paralizado cuando escuchó esa voz.Él sabía perfectamente quién era ese hombre: el señor Jara, uno de los peces gordos en la industria de la moda. Con solo sus transmisiones, podía vender millones en un solo día, sobre todo en temporada alta. Si veía talento en alguien, no dudaba ni un segundo en contratarlo. Los demás apenas podían aspirar a lo que él dejaba.No era la primera vez que Lautaro perdía diseñadores contra Jara; ya le había pasado varias veces. Por eso no se aguantó y fue directo.—Señor Jara, ¿qué pasa aquí? La que ganó el Diseño Estrella fue Emilia. ¿No venía a firmar con ella? ¿Por qué le da importancia a esa inútil?Y antes de que Emilia pudiera frenarlo, ya estaba señalando a Julieta y diciendo con sarcasmo:—Se lo digo porque la conozco. Julieta no es nadie, solo sabe vivir de los hombres. Es una sirvienta sin futuro. ¿Seguro que no está cometiendo un error?Y hasta empujó a Emilia hacia adelante.—Ella es la que

Aunque Emilia estaba de muy buen humor, trató de verse humilde y calmada.—Lautaro, no me eches tantas flores. Que yo no haya ganado el primer lugar fue una humillación para Tomás.Tenía la cara tan pálida que parecía una flor a punto de marchitarse, de esas que dan ganas de apreciar mientras aún se puede.Lautaro le sonrió. Siempre le habían gustado las mujeres como Emilia, tan delicadas y dulces. No tardó en volver a halagarla.—Emilia, si no fuera por ti, Tomás estaría solo. Pero contigo de su lado, la empresa va a llegar lejos. Todos vamos a querer trabajar para él. Igual Julieta no te llega ni a los talones, ella solo sirve para hacer los mandados...Pero al recordar al señor Jara, se tragó lo demás.Tomás le lanzó una mirada de fastidio.—Lautaro, ¿por qué no cierras la boca? Nadie te pidió tu opinión. Hablas como si te pagaran por cada pendejada que dices. ¿Quieres que te mandemos a coser la boca?Lautaro se calló de golpe, aun sin entender el cambio repentino del ambiente.—Tom

Daniel entró detrás de ella, sonriendo.Julieta dejó sus cosas a un lado y fue de inmediato a ponerse ropa cómoda. Al salir, le preparó una taza de té a Daniel y luego fue directo a la cocina para hacer el almuerzo.Daniel la miraba de una forma tierna. Julieta era tan delgada que él no podía dejar de pensar en la idea de “hacer que subiera un poco de peso”.En la cocina, Julieta era una experta. Sacaba ingredientes del refrigerador con toda naturalidad: se notaba que estaba acostumbrada a cocinar.Él se preguntaba por qué esa muchacha no tenía ningún recuerdo de él.¿Será porque su cara no era tan fácil de recordar? ¿O porque lo que le pasó no fue suficiente para quedarse en su memoria?En ese tiempo, ella acababa de cumplir los dieciocho y él la reconoció con solo una mirada. Le prometió que la esperaría… ¿y ahora ella estaba con otro?El corazón de Daniel se llenó de incomodidad y tristeza de solo pensarlo.Justo en ese momento, James le mandó un mensaje.“Jefe, malas noticias. Su m