—Profesor Marti, ¿usted también cree que fui yo? Yo no tomé ese dinero.—Noelia, yo te creo. Eres una buena chica. No te estreses por lo sucedido, concéntrate en el examen que viene.En ese momento, Noelia se sintió muy decepcionada. Pero ahora ella sabía que el profesor Marti no es que no le creyera. En medio del ojo de la tormenta, cuando todos dudan de ti, si no tienes una prueba que no deje dudas, quedas en total desventaja: mientras más expliques, más te hundes.Nadie pensaría que una Villalba, nacida en cuna de oro, robaría miserables novecientos dólares. No era por creer que los ricos fueran mejores, era obvio, creer que en familias tan ricas no falta el dinero, que miserables novecientos dólares apenas alcanzan para una camiseta de Maura.Para alguien como Noelia, de origen tan humilde, esa suma era una fortuna. Lo normal era pensar que ella tenía más necesidad, así que era más probable que ella fuera la ladrona.En ese entonces, ella creyó que el tema había quedado atrás. Lo
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