Yulia no se lo veía venir. Yo le tenía el cabello bien agarrado y, por más que forcejeaba, no podía soltarse.—¡Suéltame, maldita! —me gritaba, desesperada por escapar.Tiró con todas sus fuerzas hacia atrás y, como yo no aflojé, terminé cayéndome de la cama.El golpe me dejó viendo todo borroso, y el dolor del pie recién operado me atravesó como una cuchillada.Justo en ese momento, Benito entró en la habitación.Yulia, que segundos antes parecía un demonio, se volvió la víctima perfecta. Entre sollozos, me gritaba:—¡Señorita Lara, por favor, no lo haga! Yo sé que me equivoqué...Al ver la escena, Benito me apartó de un empujón y corrió a sostenerla, revisándola con cuidado.Yo, tirada en el suelo, con el cuerpo temblando y la cabeza zumbando por el golpe, escondí tras de mí el mechón de pelo que le había arrancado.A duras penas me mantenía sentada, mucho menos podía ponerme de pie.Cuando Benito se aseguró de que Yulia no tenía nada grave, me clavó una mirada sombría.—¿Estás loca
Read more