A veces me pregunto si de verdad eran mis padres.La segunda vez que vi a Carla fue cuando yo tenía diez años.Era Navidad, y su familia vino de visita a nuestra casa. Los adultos habían planeado un viaje a la famosa ciudad A.Como mis papás tuvieron un imprevisto, los padres de Carla me llevaron con ellos primero.En el camino volvieron a discutir, y luego se quedaron en un silencio helado, ignorándose mutuamente.Carla y yo íbamos atrás, apretadas por la tensión en el carro, sin atrevernos a decir palabra.De pronto, Carla extendió la mano para agarrar a su mamá, que iba en el asiento del copiloto, y le susurró:—Mamá, ya no te enojes.Pero la señora, todavía encendida, apartó de golpe la mano de Carla. El movimiento fue tan brusco que, al encogerse Carla, la mano terminó estampándose contra la cara del padre que iba manejando.Él estalló como una fiera. Rugiendo, se lanzó contra su mujer y le soltó un bofetón brutal.Justo en ese segundo soltó el volante, y una roca enorme se despr
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