Víctor alzó una ceja y sonrió de medio lado.—Vaya, parece que tu compañera tiene carácter, ¿eh?Eduardo soltó una carcajada seca.—Soy el recién llegado. Todo el mundo cree que puede verme la cara y hacer lo que se le dé la gana.Víctor se recostó en su silla, divertido.—Señor Rivas, si lo necesita, tengo a mi gente que le podría dar una lección a esos colegas suyos para que le guarden más respeto —dijo con un tono que mezclaba broma y amenaza.Eduardo levantó las manos enseguida.—¡No, no, por favor! No hace falta, de verdad.Sabía perfectamente a qué tipo de gente se refería Víctor.—Mire, doctor Víctor —dijo, dando un giro al tema—, traje los contratos. Si está de acuerdo, podemos firmarlos ahora mismo.Sacó dos copias del maletín.—Cuando regrese a la oficina, haré el trámite de validación y, a partir de ahí, podemos empezar a trabajar juntos.Víctor asintió, impresionado.—Me gusta su forma de trabajar, señor Rivas. Directo, rápido, sin rodeos.A lo largo de su vida, Víctor habí
Read more