¡Beatriz! ¡Era ella!Tenía los ojos cerrados, el rostro pálido y la frente cubierta de sudor.Christian le tocó la frente con la mano, le ardía la frente.¡Tenía fiebre!Sin pensarlo dos veces, la cargó en brazos y la llevó directo al hospital.Registro, análisis de sangre, suero…Hasta que se aseguró de que su estado no era grave, por fin pudo respirar aliviado.El celular sonó, era su socio comercial.—Señor García, llegó tarde.—Mil disculpas, estoy en medio de una urgencia. Si le parece, puedo reunirme con usted otro día y ofrecerle mis disculpas personalmente.En el Registro Civil.Simón se levantó y salió a pasos firmes hacia la puerta.El sonido de sus zapatos contra el mármol marcaba el ritmo de su enfado.¡Treinta minutos!Nadie, absolutamente nadie, lo había hecho esperar tanto.Estaba harto de sus mentiras, cansado de que dijera una cosa y pensara otra.Cuando salió del Registro, Marcelo subió discretamente la ventanilla del auto, temiendo que los descubriera.—Simón no pare
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