Entró en la casa. Atravesó la recámara y, cuando se inclinaba junto al sofá, escuchó el motor de un auto apagándose afuera.Clara metió la mano, buscando la prueba de embarazo. Estaba segura de que la había dejado casi afuera.Pero al buscarla, no la encontró.Afuera empezaron a tocar la puerta. Sin darse por vencida, buscó una vez más, pero fue inútil. Entró en pánico.Escuchó cómo se abría la puerta. Rápidamente, sacó la mano, corrió hacia la cama y se metió bajo las sábanas con torpeza.Gael entró en la recámara principal y la vio acostada. Se acercó a paso rápido.—¿Clarita?Clara abrió los ojos, con una actitud somnolienta, como si la acabara de despertar.—¿Qué haces aquí?Gael la miraba con confusión.—Eso mismo te pregunto yo. Me dijiste que ibas a comer con tu hermana, ¿y te encuentro aquí dormida?—Me sentí mal del estómago, por eso vine antes.“Si él puede actuar, yo también”, pensó.Gael se frotó las manos para calentarlas, luego las deslizó bajo las sábanas y las posó sobr
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