La Dulzura de la Traición
La chica que Iván Herrera mantenía volvió a buscarme para hacer una escena.
—De verdad amo demasiado a Iván… ¿no podrías dejar que se quede conmigo?
Él, sentado a un lado, no dijo nada. Solo me envió un mensaje:
«Dile que sí, solo hazle creer que tiene una oportunidad.»
Le seguí la corriente. Y, en silencio, empecé a empacar mis cosas para dejar la casa que compartíamos.
Al salir, escuché las burlas de sus amigos.
—Vaya, sí que es obediente la «esposa». Entonces si le pides que pierda al bebé, ¿también lo haría?
Iván alzó las cejas, con calma.
—¿Apostamos?
—Yo digo que en una semana estará llorando frente al hospital… pero lo hará.
Yo no dije nada. Solo abrí otro chat, leí el último mensaje:
«¿Quieres casarte conmigo?»
Y respondí:
«Sí.»