Mi Amor, La Condena del Alfa
Después de que su alma gemela muriera, el Alfa Killian Thorne pasó diez años guardándome rencor.
Yo era la sanadora Omega que él nunca quiso, unida a él por deber, no por amor.
Para él, yo era un remplazo. Una cicatriz en una unión que ninguno de los dos pidió.
No importaba con cuánto esmero sanara sus heridas, ni con cuánta devoción permaneciera a su lado, lo único que me decía era:
—Si en serio quieres complacerme, entonces vete.
Pero cuando la muerte vino por nosotros, no fui yo quien cayó.
Fue él. Mientras se desangraba en mis brazos, Killian me miró por última vez y susurró:
—Ojalá nunca te hubiera conocido…
En el funeral, su madre lloraba.
—Debió quedarse con Selena. Nunca debí permitir que se fuera contigo.
Su padre me quería matar con la mirada.
—Te salvó la vida tres veces. ¿Por qué se tuvo que morir él y no tú?
Todos lamentaban que se hubiera emparejado conmigo. Incluso yo lo lamentaba.
Me expulsaron de la manada sin nada. Sin título. Sin la compensación de una Luna. Sin un hogar al que pudiera llamar mío.
Y entonces… quizá la Diosa Luna se apiadó de mí. Me dio una última oportunidad para reescribir el destino.
Esta vez, no suplicaré por su amor. Esta vez, no lo ataré al dolor. Esta vez, romperé el vínculo antes de que empiece.
Ya podía escuchar los engranajes del destino girando, y esta vez, yo daría el primer paso.