El Magnate y Su EX de las Cien Casas
¿Hasta dónde puede llegar alguien con dinero?
Mi esposo tenía tanto que, en Bruma, le decían Medio Bruma, ya que casi la mitad de la ciudad es suya.
Llevábamos cinco años casados; cada vez que se iba a acompañar a su amor de toda la vida, me traspasaba una casa.
Cuando a mi nombre ya había noventa y nueve, él notó que yo había cambiado.
Ya no lloré ni supliqué, simplemente me limité a escoger la mejor mansión de la ciudad, preparé la escritura y esperé a que él la firmara.
Cuando lo hizo, su voz se le ablandó al prometer:
—Cuando regrese, te llevaré a ver los fuegos artificiales.
Guardé los papeles y asentí.
Lo único que no le conté fue que: lo que acababa de firmar esa vez no era una casa más, sino… nuestro acuerdo de divorcio.