Tu hijo, mi adiós
Cuando fui al hospital para verificar si el cuarto intento de fertilización in vitro había sido exitoso, vi a Francisco Gutiérrez —quien supuestamente estaba de viaje de negocios— ayudando cuidadosamente a una joven y hermosa chica a salir del sección de ginecología y obstetricia.
La chica tenía el vientre tan abultado que parecía estar a punto de dar a luz.
Francisco solo se desconcertó por un instante, antes de proteger a la chica detrás de él.
—Laura, nuestra familia necesita un hijo para continuar el linaje. Cuando nazca el bebé, volveremos a ser como antes.
Escuché claramente la determinación en su voz, y le sonreí diciendo que estaba bien.
Ante su mirada sorprendida, guardé silenciosamente mis resultados médicos.
El día que la chica dio a luz, dejé un acuerdo de divorcio y me alejé de él para siempre.