Solo Leveling Chapter 123 In

Frente a la entrada del hospital, mientras una hemorragia me bañaba las piernas durante el embarazo, Leandro Rivera me dejó sola para llevar a casa a su clienta... la misma a quien le estaba tramitando el divorcio. No importó que suplicara con la mirada. No miró atrás. Solo se fue. Esa misma noche, en lugar de estar a mi lado, apareció en la publicación de la clienta en Facebook. «Qué suerte tener a mi gran abogado... ¿quién dijo que no hay sopa para la resaca? Oh, cierto... ¡yo sí la tengo!» No dormí en toda la noche. A la mañana siguiente, con una calma que no sentía, marqué el número de mi padre. —Papá, ya lo decidí. En tres días vuelvo a casa... a hacerme cargo de la empresa.

Él susurró el nombre de ella novecientas noventa y nueve veces mientras dormía. Nunca el mío. Durante cinco años, le di todo a Vincent Bonanno, el heredero de una de las dinastías mafiosas más poderosas de Europa. Hice de su casa un hogar, recordé cada detalle descuidado que soltaba e incluso abandoné mi sueño de convertirme en artista, creyendo que un día, finalmente, me elegiría. Pero cada vez que aparecía Alessia, su lealtad se inclinaba hacia ella. La noche en que el fondue hirviente me dejó cicatrices en los brazos, él se apresuró a protegerla de un rasguño que apenas le enrojeció la piel. En público, su mirada nunca se quedaba conmigo, en cambio solo se perdía en ella. Yo era la esposa ante la ley, más nunca lo fui en la práctica. Así que me marché. Solo con una maleta, los papeles del divorcio que firmó sin darse cuenta y un secreto que nunca planeé compartir: tenía tres meses de embarazo. Él se dio cuenta demasiado tarde. Para ese momento, el divorcio ya era real, al igual que el expediente de la clínica. Y para cuando se dio cuenta, yo había desaparecido. En aquel momento, el hombre que alguna vez gobernaba ciudades con un poder despiadado, estaba dispuesto a poner el mundo patas arriba para encontrarnos. Él tenía soldados, dinero y mil disculpas que nunca me dio cuando yo todavía era su esposa. Pero yo ya no era la mujer que suplicaba por su afecto. Era una madre, una artista y una sobreviviente. La pregunta no era si Vincent podía alcanzarme. La cuestión era si, cuando lo hiciera, alguna vez lo dejaría volver a la vida que destruyó.

En vísperas de la boda, la noticia de que la amante del prometido había dado a luz se volvió un escándalo. Julian Espinoza no esperó a que yo lo confrontara y habló con indiferencia. —No fue más que un accidente. Tú encárgate primero de la fiesta de compromiso. —Además, tu papá está en fase terminal de cáncer de estómago. Cancelar la alianza ahora no le conviene a ninguna de las dos familias. Esa misma noche faltó a la cena de compromiso, pero en sus redes sociales subió la foto de un bebé envuelto en mantas. Cuando marqué una videollamada, apareció dándole de comer con un biberón al recién nacido. —Últimamente estoy cuidando al niño y no tengo tiempo para ti. Ya sabes, en mi familia solo queda una rama masculina, el hijo es prioridad. Limpió la leche de la comisura de los labios del bebé y añadió: —Pero tranquila, cuando cumpla el mes lo mando a Inglaterra. En las fiestas importantes basta con que te muestres como si fueras su madre. El lugar de señora de la familia Espinoza siempre será tuyo. Yo me quedé mirando el anillo en su dedo anular, idéntico al mío, y solté una risa. —Este compromiso queda anulado. Él bufó con frialdad: —Armas tanto escándalo por una tontería. No seas tan caprichosa. Colgué de golpe la videollamada y marqué al número privado de su padre. —Dicen que anda buscando nueva esposa, ¿por qué no me considera a mí? Acariciando mi vientre, solté una risa baja: —Después de todo, tengo facilidad para embarazarme; los hijos que usted quiera, se los puedo dar. Qué soledad la de una familia con un solo heredero. Yo misma le daré varios hermanos para que al menos haya ruido en la casa.

La vidente profetizó que yo me uniría con el Alfa y daría a luz al heredero más fuerte de la manada. Por eso, desde pequeña ya estaba decidido que me casaría con el Alfa, para que en el futuro pudiera convertirme en la Luna. Sacrifiqué toda mi juventud: sangré, luché y soporté. Cada sonrisa, cada paso, cada respiro… todo fue para convertirme en la Luna perfecta. Pero, ¿qué era lo que realmente estaba esperando? El día de la ceremonia de parejas, Guillermo apareció acompañado de una chica embarazada de sangre Omega: Luisa. Frente a todos, Guillermo anunció que, durante una cacería, ella había ingerido por accidente una hierba venenosa, quedando embarazada. Él debía asumir la responsabilidad y casarse con Luisa, para que ella se convirtiera en la nueva Luna. Al ver su expresión, firme e indiscutible, mi voz tembló al preguntar: —¿Y yo? ¿Qué voy a hacer? Él, sin dudar ni un instante, respondió de inmediato: —Susan, por esa profecía usurpaste el lugar de la futura Luna, disfrutando demasiado tiempo de un privilegio que no te correspondía. Ahora debes ceder tu lugar. —Pero no te preocupes porque te expulse. Mientras continúes siendo la sirvienta de Luisa para expiar tu culpa, podrás seguir a mi lado por siempre. Todo quedó en silencio; su mirada era como una montaña aplastándome. Yo no tenía reacción ni podía pedir nada; solo pude quitarme lentamente el velo y devolver el anillo de compromiso que simbolizaba a la futura Luna. Cuando el hijo de Luisa nació, era únicamente de sangre Omega. Fue entonces cuando Guillermo comprendió que la profecía era cierta: solo yo podía engendrar al Alfa destinado a liderar el linaje. Pero cuando él se arrepintió y me pidió que regresara, ya era demasiado tarde. Yo ya me había comprometido con el Rey Alfa; ya no le pertenecía.

La noche de bodas, mi esposo Grey y yo estábamos en la habitación cuando Scarlett, la esposa de su hermano, entró tropezando, completamente borracha, y se le fue encima, abrazándolo sin soltarlo. —Keisha, mi esposo murió tan joven, yo de verdad quiero tener un hijo... —lloraba sin consuelo—. Préstamelo solo por una noche, ¿sí? Entre sollozos, me metió un juguete erótico en la mano. —Tú tranquila, mañana te lo regreso —dijo, hecha un mar de lágrimas—. Si de verdad te sientes muy sola, al menos puedes consolarte con esto. Me quedé helada, sin poder procesar lo que estaba pasando. Miré a Grey, que ya la sujetaba por los hombros con cuidado para que no se cayera. —¿Quieres irte a dormir con ella? —le pregunté, sin poder creerlo, con la voz temblorosa. Grey evitó mi mirada, pero al hablar, la voz le salió atropellada. —No pienses tonterías. Scarlett está borracha, no sabe lo que dice. Voy a llevarla a su cuarto para que descanse. Cuando vi que quería llevársela, me planté justo delante de la puerta y le bloqueé el paso. —Grey, hoy es nuestra noche de bodas —insistí—. ¿En serio te vas a ir con ella? Su expresión se ensombreció al instante y me quitó de en medio de un empujón. —Ya eres mi esposa, así que compórtate. No armes una escena por unos celos tontos. Luego se fue, llevándola en brazos con delicadeza, como si fuera un cristal frágil. Quise correr detrás de ellos y detenerlos, pero al ver en sus ojos esa preocupación tan intensa por ella, de pronto todo me quedó claro. El amor de ese hombre ya no era solo para mí. Y si era así, ¿para qué seguir aferrada a un matrimonio donde el cariño ya se había echado a perder? Era hora de soltar... y marcharme de una vez.

A paranormal romance novel inspired by the children's poem In a Dark Dark Wood Leslie Sherman is a YouTube famous paranormal investigator who finds herself in the care and company of a captivating, attractive and mysterious man, Walker R. Blackwood, who lives alone in what she thought was an abandoned manor she stumbles on after becoming stranded and injured deep in the woods of Acadia National Park while out on a solo hike. As a single twenty three year old woman who’s still grappling with the turbulent breakup from her high school sweetheart, Randy Turner, nearly two years ago, Leslie struggles with the loss and regret of what they had together. Desperate for affection and love, Leslie becomes intimately drawn to the seductive yet brooding Walker Blackwood, who's formally prestigious reputation is tainted by the mysterious deaths of Mr. Blackwood's three female employees. Torn by her growing feelings towards Walker Blackwood, Leslie grows suspicious of him the more she learns about him and the more he refuses to disclose his past to her.

Saira was once a cheerful girl, but her life drastically changed after the devastating loss of her father. Her high school years were filled with torment, as she was relentlessly bullied by a cruel classmate who made her life miserable. When she finally graduated, she felt relief, believing that chapter of her life was over. However, after graduation, she faced another struggle, landing a terrible job where her life only seemed to get harder. Her world turned upside down again when her mother announced her marriage to a new husband and introduced her to their new family. To Saira’s horror, her new stepbrother was none other than her former high school bully—the very person she thought she’d never have to see again. Shocked and heartbroken, she dreaded what was to come. Things got even worse when she learned she would be working as his secretary. Despite her fears of facing torment once more, Saira was surprised by her stepbrother’s behavior. He had completely changed. Instead of bullying her, he was now protecting her—saving her from workplace issues, standing up for her, and being supportive in ways she never imagined. The boy who once hurt her deeply had transformed into a man who treated her with care and respect. Saira’s heart began to waver. The crush she once had on him returned, and she couldn’t deny that his changes captivated her. But forgiving him wasn’t easy. The scars of the past still lingered. Conflicted, Saira confronted him, demanding answers, accusing him of playing tricks on her. In response, he begged for her forgiveness, admitting his regret and pleading for a chance to make things right. Saira must decide whether she can trust him again—or whether the pain of the past is too much to overcome.

After the heated kiss, Sebastian's expression softened, his eyes still burning with desire. "I wasn't avoiding you," he whispered, his voice laced with sincerity. "I just want you to focus on your studies, not me all the time. You're a topper, baby," he said, a hint of pride in his tone. "And if you don't score well, I'll think it's because of me." His gaze locked onto hers, intense and serious. "In college, we should remain like professors and students—professional and detached. But outside..." His voice dropped to a husky whisper. "You can consider me your boyfriend, husband, friend... Daddy." **** "Adeline!" he exclaimed, his voice filled with emotion. But as he wrapped his arms around her, she distanced herself, her body language screaming rejection. "Sebastian, don't," Adeline warned. "Why didn't you answer my calls? I've been worried sick, imagining the worst, and feeling helpless. It's been three agonizing days since I last saw you, and I've been unable to focus on anything." Adeline remained silent, "What's wrong, Adeline? You're scaring me," he pleaded. "I'm pregnant," she stated. Sebastian's face lit up with joy, his eyes shining with excitement. "Oh, Adeline! We're going to be parents!" he exclaimed. But his happiness was short-lived, as Adeline's next words shattered his dreams. "I'm going to abort this child," Adeline declared. Sebastian's world crumbled around him, his heart shattering into a million pieces. "But before I do, I wanted to tell you," Adeline continued. "That's why I'm here—to end this chapter of our lives and move on." Adeline's voice dripped with finality. "Everything between us ends with this child," she declared.

He is supposed to be my best friend—at least I have been seeing him as one—doing a lot of things with him together. We go to school together, share the same hobbies, and love the same sports. He is my day one, my buddy. Up until after the summer vacation when we started a new life in the same college as freshmen. That is when I discover that I have developed a soft spot for him, which accounts for the way I missed him during the summer vacation. I have never missed Liam like that. I mean, I do miss him but not compared to last summer. I wanted him around me and his image occupied my mind's eye. Starting college with a crush on my best friend is not an ideal way to begin the academic year. No matter how I try to suppress it by going on dates and accepting relationship proposals from guys, instead of it going away, it doubles. Worse still, he sees me as his buddy. He has never looked at me the way he looks at other girls. I know I am a bit of a tomboy. My other friends tell me that my dress sense is a bit masculine. I try changing my fashion sense but to no avail. Sadly, all I am to Liam is his day one bestie and buddy. I do not want to tell him about the feelings I have because I do not want to put our friendship in jeopardy. I had already given up hope Until the dare at one of my other friend's parties _ Evie. The dare for Liam to kiss me. The kiss opens another chapter; I would never have believed in my entire life to be possible—Liam actually likes me!

Book 1: One night. One mistake. One man I should have never touched. I lived in my sister’s shadow all my life, the overlooked daughter, the forgotten fiancée. Then she came home… with the man who once promised me forever. I didn’t know he was hers now. I didn’t plan to sleep with her ex. But the truth always finds its way out, along with the secret I’m carrying. He was mine first. Now he belongs to her… And I might be having my sister's ex's his baby. ********************************************** Book 2: Random Wetness (Started from Chapter 129): Blurb: What would you do if, in the middle of a wild party, just trying to dance your heartbreak away over a colleague you secretly crave, then a stranger grabbed you from behind, bent you over so fast and started fucking. Just when you wanted to raise your voice, you started enjoying the pleasure….you leaving you too weak to stand? Yeah. That happened to me. Crushing on the dangerously handsome Kaelon Draven, who doesn’t even know I exist, has driven me to some very reckless choices: Like hiring a smug love doctor to cure my obsession. Like disguising myself as a man just to land a job in his company. Now the same stranger from that night keeps showing up… touching me like he owns me… making me feel things I shouldn’t. Things that burn. Things that terrify me. Oh, and did I mention my new boss? Yeah, we hate each other. At least, that’s what we keep telling ourselves. Will something crazy happen between us