Sung Jin Woo Vs Hwang Dong Su Chapter

My little sister Willa? Always played the noble princess—even during the freaking apocalypse. She was pregnant and still trying to look like some graceful queen. I told her to end it. Safer that way. She slapped me. "Shut up. How can you be so heartless?" Meanwhile, I skipped meals so she and her rescue-pet gang could eat. When I collapsed from hunger, she snorted. "Drama queen. Think of it as a free weight-loss plan." I dragged her to the base, the safe zone, and nearly died doing it. She snatched the last of my rations. "The baby and I are good. Give the rest away." I died from my injuries—frozen, starving, forgotten. Willa? She got crowned a saint. Even landed the baby daddy—the Deputy Governor—and kicked off her perfect little fairytale. Then I woke up. Back to the moment she asked me to swear I'd protect her and the baby. This time, I laughed in her face. "Die for all I care."

Durante mi recuperación después del parto, mi esposo, Rubén Gutiérrez, llegó a la casa tambaleándose, borracho perdido. Venía con varios que lo sostenían... y con una mujer. Terminó vomitando por toda la sala, y yo, sin decir una sola palabra, me quedé a su lado cuidándolo toda la noche. Jamás imaginé que, al amanecer, lo primero que saliera de su boca fuera: —Está embarazada. Mejor nos divorciamos. No lloré, no grité. Solo asentí con calma. En otra vida, recuerdo haber corrido desesperada por la calle, con mi hija en brazos. Esa mujer pronto se ganó la fama de "fácil" en el pueblo, y hasta la echaron de su casa. Acorralada, terminó lanzándose al río. Rubén, por sus escándalos, perdió el trabajo. Y aun así, nunca me culpó de nada. Cuando nuestra hija cumplió un mes, Rubén encendió una hoguera enorme en el jardín... y nos quemó vivos: a mí, a la niña y a mis padres. Antes de que todo se apagara, alcancé a ver su cara desfigurada por el odio. —¡Bájense al infierno! —gritó—. Váyanse a acompañar a Mariana. Y entonces, al abrir otra vez los ojos, me encontré de vuelta en el mismo instante exacto en que me dijo que quería divorciarse.

Dalawang taong pinagtagpo muli sa panahon kung saan sila unang nagkita at nagkahiwalay ng may hindi natupad na pangako. Mauulit kayang muli ang mapait na katapusan ng kanilang kuwento o ito na ang tamang oras upang tuparin ng tadhana ang huling kahilingan ng kanilang pag-ibig?

The powerful alpha twins fights to become the ultimate alpha of world's largest pack. Fate plays the role, unfortunately both looses their mate on the same day they fight to become alpha. Once the inseparable alpha twins become each other's enemies, always at each other's throat, ready to kill. What happens when moon goddess bless them with second chance human mate? What happens when they discover both have to share a rebellious human as their second chance mate? Will they stop fighting? Or she will suffer?

Yo solo era una estudiante que no podía pagar la colegiatura. Durante cinco años, también fui la amante secreta del jefe de la mafia Dante Costello. Públicamente, era su restauradora de arte personal. En privado, pasaba las noches haciéndome suya, abrazándome fuerte y besándome hasta dejarme sin aliento. Entonces su familia arregló su compromiso. Con Isabella Rossi. Una princesa de una familia rival. En su fiesta de compromiso, Isabella me clavó un fragmento de cristal roto en el dorso de la mano. Me obligó a disculparme. Con ella. Por haber hecho una escena. Conteniendo las lágrimas, incliné la cabeza ante Isabella. Cuando ella perdió una apuesta y tuvo que jugar a la ruleta rusa; una bala, seis recámaras, él me obligó a tomar su lugar. Me temblaba la mano mientras me apuntaba con la pistola a la cabeza. —Una vez me salvaste la vida —le dije—. Ahora te la devuelvo. En el momento en que desaparecí de su mundo, el despiadado jefe de la mafia que lo tenía todo bajo control... perdió la cabeza.

El día que íbamos a casarnos, mi novio, Damián Cruz, envió a unos hombres para que me echaran del registro civil y entró del brazo de Luna Mendoza. Al verme sentada en el suelo, paralizada por la incredulidad, ni siquiera pestañeó y dijo: —El hijo de Luna necesita un apellido presentable para el futuro, para que pueda acceder a los círculos de élite y los mejores colegios. Es solo un trámite. Una vez que solucionemos esto, me caso contigo. Todo el mundo pensó que yo, la siempre devota, aceptaría esperarle obedientemente otro mes más. Después de todo, ya lo había esperado durante siete años. Pero esa noche, hice algo impensable: Acepté el matrimonio que habían arreglado mis padres y me fui del país directamente. Tres años después, regresé a visitar a mis padres. Mi marido, Vicente del Toro, era ahora el presidente de una corporación multinacional. Como tenía una reunión urgente de última hora, envió a un empleado de la sucursal local a recogerme al aeropuerto. Y para mi sorpresa, ese subordinado era nada más y nada menos que Damián, a quien no veía desde hacía tres años. Sus ojos se clavaron al instante en la deslumbrante pulsera de mi muñeca: —¿Esta es la copia barata de la pulsera por la que el señor del Toro pagó cinco millones para su esposa? Nunca pensé que te volverías tan superficial estos años. —Ya basta de rabietas. Vuelve. El hijo de Luna ya está en edad escolar, serás perfecta para llevarlo y traerlo. No dije nada, solo acaricié la pulsera. Él no sabía que esta era la más barata de todas las que Vicente me había regalado.

El día de nuestra boda, Leonardo Sánchez me juró que me amaría para toda la vida. Siete años después, hizo que otra mujer quedara embarazada y hasta la instaló en una mansión de maternidad que había preparado con esmero. Cuando lo descubrí, el vientre de ella ya estaba abultado, a punto de dar a luz. Él apenas se sobresaltó un instante, pero enseguida la protegió detrás de su espalda. —Camila, tú siempre tuviste miedo de ser madre. Con este hijo, la familia Sánchez tendrá un heredero y tú ya no tendrás que sufrir. —Seguiremos igual que antes, nada va a cambiar. Yo sostenía en mis manos el examen de embarazo recién confirmado y, entre lágrimas, solté una sonrisa rota. El día en que Valeria dio a luz, yo me sometí a un aborto, dejé el acuerdo de divorcio y tomé un avión rumbo a un país lejano.

When I was seven years old, a handsome man Mom brought home gave me a box of mangoes. That day, Dad watched me happily eating the mangoes as he signed his name on the divorce agreement. Then, he jumped to his death. From that day on, mangoes became a lifelong nightmare for me. So, on our wedding day, I told my wife, Irene Johnson, "If you ever want a divorce, just give me a mango." She held me without saying a word. From that moment on, mangoes became forbidden for her as well. … On the fifth Christmas Eve after we got married, Irene's childhood sweetheart, Steven Carter, placed a mango on her desk. That same day, she announced that she was cutting ties with him and fired him from the company. That day, I felt that she was the woman destined for me. ... Six months later, I return from overseas after closing a billion-dollar deal. At the celebration dinner, Irene hands me a drink. After I drink half of it, Steven, the man who was kicked out of the company, stands behind me and grins. "Is the mango juice good?" he asks. I look at Irene in disbelief, but she is holding back a laugh. "Don't be mad. Steve insisted I play a joke on you. I didn't give you a mango, just a bottle of its juice. "But I think Steve is right. There's something wrong with you for not eating mangoes. Look at how much you enjoyed it just now!" she says. I keep a cold expression, raise my hand, and splash the remaining mango juice onto her face. Then, I turn and walk away. Some things are never a joke. Mangoes aren't, and neither is my decision to divorce.

My wife cheats on me after five years of marriage. Standing at the doorway, I hear her whisper to her lover in a soft voice, "What are you afraid of? He's broke and pathetic. Do you think that he dares to divorce me?" I tighten my grip on the lottery ticket in my hand. I have just won 60 million dollars a moment ago. This time, I will see who is the broke and pathetic one!

My sister-in-law keeps calling me a deadbeat, swearing I just drift around in slides with an iced drink glued to my hand. She's always stirring things up at home, running her mouth about me to my wife day after day. What she doesn't get is that this is just how landlords in Galanor roll.