Capítulo 1

Allí, en la enorme cama cubierta de piel, mi hermana Clara estaba desnuda, con las piernas abiertas mientras Jax la penetraba sin descanso.

Gimió como una perra en celo, sus pechos rebotando salvajemente mientras él la agarraba por las caderas, atrayéndola hacia sí con más fuerza.

—Más profundo —Clara jadeó, sus uñas arañando su musculosa espalda.

—¿Te gusta cómo te toma un alfa, verdad? Ruega por que no me detenga —gruñó, obligándola a ponerse a cuatro patas y sujetándola por la cintura como un lobo reclamando lo que considera suyo.

Fue entonces cuando reaccioné y pregunté:

—Clara, ¿qué demonios estás haciendo?

Clara, jadeando y aún atrapada entre sus brazos y su cuerpo, me miró con los ojos bien abiertos y las mejillas ardidas.

***

—Hermana, Jax y yo estamos de verdad enamorados. Por favor, permítenos estar juntos. Además, nosotros ya nos hemos acostados. Si no me caso con Jax ahora, ningún otro heredero va a quererme como compañera.

Aturdida, oí los llantos suplicantes de mi hermana Clara.

Padre también estaba allí, defendiéndola.

—Rowena, quizá tú puedas elegir otro compañero. Clara simplemente se dejó llevar por el momento y cometió un error.

Padre siempre favoreció a Clara, porque yo no era más que su hija bastarda producto de una aventura fuera del hogar, mientras que Clara era hija de su compañera elegida.

Miré a Clara, quien seguía arrodillada en el suelo.

Su rostro estaba surcado de lágrimas, con aspecto inocente, pero sus ojos ardían de ambición y emoción.

Sabía que ella también había renacido, como yo, y que lo primero que había hecho era lanzarse directamente a la cama de Jax para robárselo. Para robármelo.

En mi vida pasada, yo elegí a Jax, el hijo mayor del hombre lobo Alfa.

Para mí, los vampiros eran fríos y despiadados, mientras que los elfos eran todos unos jugadores volubles.

Solo los hombres lobo eran leales y apasionados, para mí era la elección perfecta. Seis meses después de emparejarme con Jax, le di un cachorro de lobo blanco, al que llamé Zeal.

Como el primer híbrido nacido, Zeal se convirtió en el legítimo gobernante del mundo.

Sin embargo, Clara, atraída por el indudable atractivo de los elfos, eligió como su compañero al príncipe elfo Eldrin. Por supuesto, ella no podría saber que él se acostaría con cualquier hembra dispuesta del bosque.

Esto dejó a Clara con una infección desagradable, estéril de por vida y rechazada por el clan de los elfos.

Ella me culpó de su sufrimiento, celosa de que mi vida fuera mejor que la suya. Entonces, me administró un sedante y le prendió fuego a nuestra guarida, quemándonos vivos a Zeal y a mí.

Al pensar en eso ahora, la rabia me hervía en las venas. Quería arrancarle la garganta a Clara allí mismo, vengando a Zeal.

Apreté los puños dentro de las mangas, las uñas clavándose en las palmas, devolviéndome a la realidad.

Asentí, esbozando una sonrisa empática.

—Ya que tú y Jax están tan enamorados, no me interpondré en su camino.

Clara, definitivamente, no esperaba que accediera con tanta facilidad. Las lágrimas que se había forzado en hacer salir colgaban torpemente de sus pestañas.

—Clara, levántate. Agradécele a tu hermana su bendición.

Padre suspiró aliviado.

—Gra-gracias, hermana.

Clara salió felizmente, casi dando brincos.

—Las chicas crecen tan rápido que es difícil mantenerlas cerca —padre bromeó, pero cuando se giró y vio mi rostro frío, pareció un poco culpable—. Rowena, los únicos herederos sin pareja que quedan de los clanes gobernantes son el lord vampiro Thorne y el príncipe elfo Eldrin. Creo que los elfos no son mala elección. Su apariencia y estatus están muy por encima de los vampiros. Y Clara mencionó antes que...

Interrumpí a Padre.

—Padre, me emparejaré con Thorne, del clan de los vampiros.

Los humanos siempre vieron a los vampiros como monstruos de sangre fría, rodeados de prejuicios. Durante miles de años, ningún humano había elegido una alianza vampírica, por lo que estos nunca dieron origen a un gobernante mundial. Esto los marginó de las otras razas, siendo tratados como parias sin recursos.

En mi vida pasada, mientras ardía entre las llamas, conseguí ver un par de ojos tan rojos como la sangre. Era Thorne.

Él intentó salvarme, pero el fuego era extremadamente feroz y no lo consiguió.