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Capítulo 2

Penulis: Luna Roja
Me di la vuelta para encontrarme con los ojos verde oscuro de Lucian, ahora afilados por la sospecha, y le dediqué mi habitual sonrisa amable.

—Ah, nada. Estaba hablando con una amiga sobre una de las familias de la Costa Oeste. Parece que el capo engañó a su esposa y ahora ella le pidió el divorcio y quiere la mitad de sus bienes.

Si tanto le gustaba actuar, yo le seguiría el juego.

La mirada de Lucian era penetrante mientras me estudiaba la cara, buscando cualquier gesto que me delatara.

Solo cuando se aseguró de que no había nada raro, sus hombros tensos comenzaron a relajarse.

Su mano grande y llena de cicatrices se deslizó por mi cintura mientras depositaba un beso suave en mi sien.

—Qué imbécil. Traicionar a tu mujer es como traicionar tu propio reino. Mi reina, eso jamás pasaría en nuestra familia.

Lo miré a los ojos, tan profundos como un abismo, y sonreí con dulzura.

—¿Y si pasara?

—Por ejemplo…

—No existe ningún ¿y si...?

Lucian me interrumpió.

—Yo, Lucian, juro por el honor y el linaje de la Familia Marino que nunca te traicionaré.

—Claro. Solo era una suposición.

Lucian guardó silencio un momento y luego frotó con suavidad su mandíbula ligeramente áspera contra mi mejilla.

Era extraño. Al mismo tiempo que tenía una aventura con mi hermana, mostraba una posesividad intensa y sofocante hacia mí.

—Entonces que mi castigo sea no volver a encontrarte nunca. Tú sabes que eres mi vida, Eleonora. Sin ti, de todos modos me iría al infierno.

No respondí, solo me solté de su abrazo con delicadeza. En tres días, dejaría este abrazo que alguna vez anhelé.

Lucian, el castigo que acabas de prometer está a punto de hacerse realidad.

Estaba a punto de decir algo más cuando una voz lo interrumpió.

—Don, todo está listo.

Lucian asintió con una sonrisa misteriosa dibujada en los labios, me tomó de la mano y me guío hacia el borde de la terraza.

Me cubrió los ojos y me susurró al oído:

—Mi amor, te tengo un regalo especial. Cinco, cuatro, tres…

En cuanto terminó la cuenta regresiva, apartó las manos de mis ojos. La vista frente a mí era impresionante.

Había reservado todo el puerto privado, donde cientos de drones danzaban en el cielo nocturno.

Los drones parpadeantes formaron mi nombre.

“Eleonora.”

Lucian me abrazó por la espalda, con la voz tan suave como siempre.

—Mi vida, llevamos siete años de casados, pero cada día contigo se siente tan maravilloso como el día en que nos conocimos.

Miré las letras brillantes en el cielo nocturno y sentí como si estuviera en otra vida.

Sí, siete años. De ser la princesa inocente de la familia Vettori a convertirme en la jefa de la Familia Marino. Estos siete años me habían cambiado tanto.

Lo suficiente como para convertir el amor en traición y los juramentos en mentiras.

Lucian me hizo girar para quedar frente a él, con sus ojos verde oscuro tan concentrados que parecían derretirme por dentro.

—Siete años, y cada uno de ellos he querido darte lo mejor.

Se inclinó lentamente para besarme.

Si no lo hubiera escuchado a él y a Sophia gimiendo en su oficina ayer, quizá me habría creído esta actuación digna de un Óscar hasta el día de mi muerte.

Cuando sus labios estaban a punto de tocar los míos, su teléfono vibró.

Un destello de molestia por la interrupción cruzó su cara, una actitud que yo conocía demasiado bien.

Bien. No tendría que pensar en una forma de esquivarlo.

—Maldita sea. Di órdenes explícitas de que nadie nos molestara esta noche. Quiero saber qué idiota se atrevió a ignorarlas.

Pero cuando vio el identificador de llamadas, su expresión cambió.

Le eché un vistazo a la pantalla y vi Mi secretito. Sabía que era Sophia.

Lucian carraspeó y apartó el teléfono con disimulo mientras sus largos dedos se deslizaban rápidamente por la pantalla.

Vi un destello de pánico y deseo puro en sus ojos.

Como era de esperarse, al segundo siguiente se volvió hacia mí con una actitud de culpa fingida en la cara.

—¿Qué pasa?

Pregunté con indiferencia, mientras se me clavaban las uñas en las palmas de las manos.

La verdad era obvia, pero aun así esperaba que esta vez me eligiera a mí.

—Surgió un asunto urgente de la familia que tengo que atender.

Guardó el teléfono, con mirada de disculpa.

—Cariño, creo que tendré que irme un rato.

—¿Ahora?

—Lo siento. Sé que esta noche es importante, pero esto en serio no puede esperar.

Me dio un beso en la frente.

—Vuelve a la habitación y descansa. Regreso contigo en cuanto termine.

—Entiendo. Los asuntos de la familia siempre son la prioridad.

Asentí, actuando como una esposa obediente.

Al escuchar mi respuesta, Lucian se sintió aliviado.

Me dio un abrazo rápido antes de darse la vuelta e irse a toda prisa.

Me quedé en la terraza, viendo cómo su convoy de carros salía por las puertas de la finca.

Cuando las luces traseras de los carros desaparecieron, me di la vuelta y caminé hacia el estacionamiento.

Ya que tenía que atender asuntos urgentes, decidí que iría a ver por mí misma qué tan urgentes eran. Encendí el motor y seguí su convoy en silencio.
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