La Heroína Erótica Presa De Un Juego Mortal

«Bienvenidos al Calabozo Nivel SSS: El Deseo. »

«Elijan su causa de muerte. »

Apenas pusimos un pie en ese macabro juego y nos juntamos los demás, un tipo rarísimo apareció de la nada, justo frente a nosotros.

Una neblina densa y oscura lo envolvía por completo, ocultando su cara.

Su presencia daba escalofríos. Se sentía casi de otro mundo.

—¡Pero qué mierda! —masculló el rubio teñido, echando chispas—. ¿Qué tomadura de pelo es esta? ¿Creen que con unos efectos baratos nos van a asustar? ¡Vaya intento!

Desde que todo empezó, el tipo no había parado de maldecir.

Por más que los veteranos intentaron explicarle la situación, él seguía convencido de que era una estafa bien montada.

Ahora, con la cara roja de furia, se plantó frente al extraño y le dio un fuerte empujón.

—¡Escúchame bien! ¡Sácame de aquí o...! Mierda.

Su mano simplemente atravesó el cuerpo del hombre, como si fuera humo.

El rubio, pálido como un muerto, pegó un manotazo y se echó hacia atrás, tropezando torpemente. Sus ojos desorbitados se clavaron instantáneamente en su propia mano.

El espanto le ensanchó las pupilas: la mano se estaba deshaciendo ante sus ojos, volviéndose una especie de vapor rojizo que se disolvía en el ambiente.

—¿Qué... qué diablos pasa? ¡Socorro! ¡Por favor, alguien, ayúdenme!

Gritaba como un loco, arrastrándose hacia nosotros con una desesperación total. Pero apenas unos segundos después, su cuerpo estalló sin más. La sangre y los pedazos salpicaron el suelo con ese sonido asqueroso y húmedo.

La voz fría y mecánica del sistema resonó en el aire:

«Contador de muertes: 1»

«Sobrevivientes actuales: 7 »

«¡Sigan adelante, jugadores!»

El hombre extraño no se movió ni un centímetro. Simplemente repitió, con ese mismo tono plano y desprovisto de emoción:

—Bienvenidos al calabozo de nivel SSS: El Deseo. Elijan su causa de muerte.

Justo cuando el pánico estaba por desatarse, una serie de mensajes brillantes y luminosos empezaron a flotar por el aire, como si fueran comentarios en vivo en un video.

"Pobres pendejos, ¡qué mala pata tienen! El Deseo tiene una tasa de éxito del cero por ciento. Es el calabozo más jodido que se ha registrado en la historia."

"El Boos concede el deseo de cada jugador, sí... pero siempre de la forma más sádica y horrible que existe. "

"Apenas entran, ¡a toparse con el Boss final! Los obliga a desear cómo quieren morir y luego, con mucha gracia, les cumple el capricho."

"Para sobrevivir, la única es dar con el deseo correcto."

"Hasta los jugadores más duros han caído aquí. Estos novatos no pintan muy bien... ¿cuánto les dan de vida?"

Después de ver al rubio reventar justo delante de nosotros, nadie se atrevió a mover ni un músculo.

El aire se sentía denso, casi irrespirable, como si nos ahogara.

Finalmente, al Boss parece que se le acabó la paciencia. Su voz, fría y distorsionada, resonó en la oscuridad.

—Ya que ninguno tiene un deseo, elegiré por ustedes.

De la bruma negra a su espalda, emergió una guadaña gigantesca, que parecía pesar toneladas.

—¡Un momento! ¡Alto ahí! —gritó de repente un hombre de mediana edad, casi gritando de miedo—. ¡Yo... yo sí tengo uno! ¡Ya sé cómo quiero morir!

Todos nos giramos hacia él.

Tragó saliva con dificultad y, midiendo bien sus palabras, dijo:

—Elijo morir de viejo, en paz. Sin enfermedades, sin dolor.

En cuanto terminó, a todos nos brillaron los ojos de la esperanza. Alguien le hizo un gesto de aprobación con el pulgar.

—Esa estuvo buena, amigo. Muy astuto.

El Boss bajó la guadaña.

—Como desees.

El hombre de mediana edad soltó un suspiro de alivio, una sonrisa triunfal dibujada en la cara.

Uno por uno, los demás comenzaron a unirse:

—¡Yo igual! ¡También quiero morir de viejo!

La voz del Boss siguió siendo fría y sin emociones.

—Como desees.

Una ola de alivio nos inundó a todos. La tensión se rompió y la gente comenzó a reírse y a echar cháchara entre ellos.

—Menos mal que a Carlos se le ocurrió esa idea. Nos salvó la vida.

—Sí, el Boss ya no puede tocarnos. ¡Supongo que ya ganamos!