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Yo con el Heredero, Mi Ex en Ruinas
Yo con el Heredero, Mi Ex en Ruinas
작가: Anónimo

Capítulo 1

작가: Anónimo
Emiliano, al notar que acepté tan rápido su propuesta de matrimonio, arqueó una ceja, un piercing redondo en el extremo brilló con el movimiento.

Pero para gente como nosotros, el matrimonio no era más que otra pieza en la balanza de los intereses, daba igual con quién.

Por eso solo se sorprendió un instante, antes de volver a su aire despreocupado.

—Bien, mañana vendré a hablar de la boda contigo. Hoy tengo que regresar a lidiar con ese grupo de viejos molestos. ¡Qué fastidio!

Refunfuñando, desordenó aún más su cabello rizado. Me hizo gracia y aparté con la mano un mechón que le había caído sobre la frente.

—No hay prisa, avísame cuando tengas tiempo —dije.

Pareció satisfecho con mi comprensión y, tras unas palabras más, se marchó velozmente.

Volví a casa como de costumbre, pero frente a la villa me encontré con una figura que, en ese momento, me resultaba desagradable.

—Señor López, qué buen ánimo. En lugar de pasear por la avenida, viene a dar vueltas en mi zona residencial privada.

Arturo mostró incomodidad y sonrió torpemente:

—Valeria, no hables así, ese día no tuve otra opción…

—Tú conoces bien a la Celia, es de las que tragan su dolor en silencio. Si realmente se casaba con ese rompecorazones de los Gómez, ¡quién sabe cuántas veces la habría engañado! Yo no podía dejar que saltara al fuego.

Me quedé sin expresión, no podía verla casarse con otro, pero sí podía aceptar que yo, su prometida, me convirtiera en la burla de todo el círculo social.

¿Qué lógica era esa?

No quise seguir discutiendo, pasé a su lado, dispuesta para volver a casa.

Pero él me tomó del brazo y me aparté enseguida.

—Si tienes algo que decir, dilo, pero no me toques.

—Valeria, ¿qué significa esto? ¿Acaso quieres marcar distancia conmigo? Aunque me casé con Celia, no significa que quiera romper contigo. Solo es un papel, nada más. Nosotros podemos seguir juntos. Claro, no puedo darte un título, tendrás que aguantar… Pero sé que con tantos años de amor hacia mí, no te importará, ¿verdad?

Sus ojos brillaban con una esperanza absurda, pero fruncí el ceño, incapaz de comprender cómo podía tener pensamientos tan descarados.

¿Atreverse a pedirme, con toda naturalidad, que fuera su amante?

Solté una risa amarga:

—Arturo, te crees demasiado importante, lo nuestro no tiene vuelta atrás, de ahora en adelante, cada quien por su camino.

Lo dije con seriedad, pero él creyó que estaba molesta, tiró de mi manga y sonrió:

—Está bien, no seas tan dura, sé que te enfadaste porque me casé con otra. Te lo prometo, manejaré bien la relación entre ustedes dos, no favoreceré a ninguna. Tanto tú como Celia son las mujeres que más amo. Aunque ella sea mi esposa legal, jamás dejaré que te humille. ¿Está bien?

Era como hablarle a una pared, no entendía cómo mis padres habían aceptado que él fuera mi prometido.

Pero mi educación no me permitía perder los estribos con alguien así.

Miré el reloj y decidí aprovechar para dejar las cosas claras de una vez.

—Arturo, seré directa, no tengo sentimientos por ti. Lo nuestro fue solo porque crecimos juntos y nuestras familias nos empujaron a ello. Todos estos años solo cumplí el deber de una prometida de conveniencia, nada más. No siento cariño por ti. A quien ames o con quien te cases, no es asunto mío, así que no me digas estas cosas, ni esperes que acepte. ¿Lo dejé suficientemente claro? Si no hay nada más, vete.

Vi en sus ojos cómo las emociones cambiaban: de incredulidad, a furia desbordada.

Su rostro se enrojeció.

—¡Valeria, ya basta! ¿De verdad crees que puedes irritarme con esas mentiras? Vine en persona, me disculpé, ¿qué más quieres? ¿Que pierda toda mi dignidad? ¡Hasta Celia aceptó resignarse a esto! ¿Y tú con qué derecho me rechazas? Aceptar ser mi amante ya es un honor. Pregunta en todo Marseah, ¿qué familia de nuevos ricos querría mezclarse con ustedes? ¡Solo yo no los desprecié! Y aun así, no sabes aprovecharlo… ¡Te arrepentirás!

Dicho esto, se subió furioso a su coche y desapareció entre el humo del escape.

Lo vi marcharse con sentimientos encontrados.

Decir que nunca sentí nada por él sería mentira; después de todo, habíamos crecido juntos.

Pero ese afecto, lo poco que quedaba, ya había sido desgastado cada vez que eligió a Celia y me dejó de lado.
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