Después de alejarse de Emiliano, Inés, casi sin darse cuenta, terminó frente al reservado 202. Pero al estar parada allí, con la mano a centímetros de la manija, descubrió que no se atrevía a entrar.En teoría, lo correcto era entrar. Después de todo, ella era la “compañera designada” por Sebastián para ahuyentar a cualquier mujer indeseada, sobre todo para aplastar esa mala mujer llamada Alejandra. Según el plan, al enterarse de que estaban juntos, debía irrumpir en la sala, separarlos de inmediato y dejar clara su posición.El problema era otro: ¿y si Sebastián estaba allí por voluntad propia?Sí, antes siempre había mostrado rechazo hacia Alejandra, pero esta vez ya llevaban un buen rato dentro, sin que se escuchara ningún movimiento. El silencio podía significar armonía. Y si era así, tal vez Sebastián había cambiado de opinión, tal vez ahora sentía cierta atracción por ella.Al fin y al cabo, aunque estuviera casado con Inés, lo suyo era un matrimonio por contrato. Nada le impedía
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